Al menos 37 personas murieron y miles quedaron heridas luego de que una serie de dispositivos de comunicación explotaron de manera coordinada en Líbano a lo largo de la semana. Este es un resumen de lo que sabemos hasta el momento:
El lunes, el ministro de defensa israelí le comunicó a un asesor del presidente Joe Biden que “la única manera” de poner fin a la violencia con Hizbulá era a través de “acciones militares”. Desde el año pasado, la milicia libanesa ha disparado diariamente hacia Israel en solidaridad con Hamás por las represalias tras los ataques del 7 de octubre.
El grupo, de extracción musulmana, surgió en la década de 1980 para repeler la ocupación del sur de Líbano. Desde entonces también se ha convertido en un partido político que opera en varios países del Medio Oriente que recibe fondos de Irán, brinda servicios en la región y es considerado un grupo terrorista por EE. UU.
El martes, cientos de dispositivos buscapersonas, conocidos también como pagers o bípers, estallaron por todo el país sembrando el pánico. Los aparatos de comunicación, que al parecer emitieron una alerta poco antes de detonar en las manos y bolsillos de quienes los llevaban, pertenecían a integrantes de Hizbulá. El grupo empezó a recurrir a estos dispositivos, más rudimentarios que los teléfonos celulares, luego de que su líder dijo que sus comunicaciones habían sido interceptadas por la inteligencia israelí.
Gold Apollo, la empresa taiwanesa señalada de proveer los dispositivos, se distanció de los aparatos rápidamente y luego dijo que habían sido fabricados bajo licencia por una compañía con dirección en Budapest, aparentemente una empresa fachada.
El miércoles, otra ola de estallidos estremeció al Líbano, esta vez en radios de dos vías o walkie talkies. El sistema de salud del país, de por sí rebasado, quedó saturado rápidamente ante la emergencia. Las fuerzas libanesas de seguridad empezaron a destruir de manera selectiva y controlada algunos aparatos de comunicación como medida preventiva.
“Las explosiones en Líbano parecen haber sido localizadas, pero causaron daños colaterales graves e indiscriminados entre los civiles: murieron niños”, dijo en un comunicado el encargado de asuntos exteriores de la Unión Europea.
Israel no ha reconocido ni rechazado la responsabilidad de las explosiones, sin embargo, 12 funcionarios y exfuncionarios de defensa con conocimiento del atentado aseguraron a The New York Times que la operación fue realizada por los israelíes. Lee aquí el reportaje completo de Sheera Frenkel, Ronen Bergman y Hwaida Saad.
El jueves, el líder de Hizbulá se dirigió al público por primera vez desde los ataques. “Vendrá justo castigo”, dijo Hassan Nasrallah. El grupo ha dicho que seguirá lanzando misiles y drones a Israel hasta que termine la guerra con Hamás. “La resistencia en Líbano no dejará de apoyar al pueblo de Gaza”, dijo Nasrallah.
Poco después de las declaraciones, el ejército israelí llevó a cabo más de 70 ataques aéreos en el sur de Líbano, según tres altos funcionarios de seguridad libaneses.
Ahora, expertos internacionales se preguntan sobre la legalidad de la operación, para la cual se habrían instalado cargas explosivas en los aparatos. No está claro el mecanismo que fue utilizado para activar los explosivos, sin embargo existe temor de que ahora se saboteen dispositivos cotidianos. David E. Sanger, periodista del Times con décadas de experiencia cubriendo ciberataques escribe este análisis que vale la pena leer completo:
Por supuesto, sabotear teléfonos o instalar bombas no es nada nuevo: los terroristas y las agencias de espionaje lo han hecho durante décadas. Lo que lo hizo diferente fue la escala masiva, la implantación de explosivos en tantos dispositivos a la vez. Una operación de este tipo es difícil de ejecutar, porque requiere infiltrarse profundamente en la cadena de suministro. Y esa es, en cierto modo, la mejor razón para que la gente no tenga miedo de sus refrigeradoras y computadoras conectadas a internet.