Carlos Tovar
A orillas del río Cabriales, en un lugar envuelto en misterio y leyendas, se esconde un tesoro que ha despertado la curiosidad y la codicia de muchos a lo largo de los años. Se trata de las famosas morocotas de oro, monedas antiguas de gran valor, enterradas en algún punto cercano al río. Según las historias transmitidas de generación en generación, este tesoro proviene del robo de una hacienda durante la época colonial, y desde entonces ha permanecido oculto, protegido por una maldición que ha disuadido a muchos de buscarlo.
Se dice que quien logre encontrar el tesoro no disfrutará de su riqueza, sino que sufrirá terribles consecuencias. Las abuelitas de la época contaban con voz temblorosa que el tesoro era una trampa del diablo, diseñada para atrapar a almas codiciosas y hambrientas de dinero. Aquellos que se atrevían a buscarlo, según las leyendas, terminaban enfrentándose a desgracias inimaginables: enfermedades, pérdidas familiares o incluso la muerte. Por eso, aunque muchos han intentado encontrarlo, pocos han persistido en su búsqueda, y aquellos que lo hicieron nunca volvieron para contar su historia.
Algunos habitantes de la zona afirman que el tesoro fue descubierto hace décadas, pero que quienes lo encontraron desaparecieron sin dejar rastro. Otros, en cambio, insisten en que el cofre lleno de riquezas sigue enterrado, esperando a que alguien lo descubra. Lo cierto es que, probablemente, muchos hemos caminado cerca de ese lugar sin siquiera darnos cuenta de que estábamos a unos pasos de un tesoro invaluable.
El río Cabriales, con sus aguas serpenteantes y su entorno lleno de vegetación, parece guardar celosamente este secreto. Las noches de luna llena, algunos aseguran haber visto luces extrañas cerca del río, como si el propio tesoro emitiera un resplandor fantasmal para atraer a los incautos. Sin embargo, la mayoría prefiere no arriesgarse, recordando las advertencias de sus antepasados: «El diablo no regala nada, y lo que parece oro puede ser solo una ilusión».
Hoy en día, el tesoro olvidado a orillas del río Cabriales sigue siendo un misterio, una leyenda que mezcla historia, superstición y miedo. ¿Estará realmente maldito? ¿O será solo una historia para asustar a los curiosos? Lo único seguro es que, mientras el río siga fluyendo, el enigma del tesoro perdido continuará alimentando la imaginación de quienes escuchan su historia.
El río Cabriales, además de ser el escenario de esta misteriosa leyenda, es un lugar lleno de vida y belleza natural. Sus aguas cristalinas, que serpentean entre árboles centenarios y rocas cubiertas de musgo, han sido testigos silenciosos de innumerables historias a lo largo de los siglos. Para los habitantes de la región, el río no solo es un símbolo de vida, sino también un guardián de secretos ancestrales.
Entre las versiones más intrigantes de la leyenda, se cuenta que el tesoro fue enterrado por un grupo de bandoleros que, tras saquear una hacienda colonial, decidieron ocultar su botín cerca del río. Sin embargo, antes de poder disfrutar de su riqueza, fueron capturados y ejecutados, llevándose consigo el secreto de la ubicación exacta del tesoro. Desde entonces, se dice que sus espíritus vagan por la zona, protegiendo el oro maldito y advirtiendo a quienes se acercan demasiado.
A lo largo de los años, han surgido diversas teorías sobre el paradero del tesoro. Algunos creen que está enterrado bajo una enorme ceiba que crece cerca de la orilla, mientras que otros aseguran que se encuentra en una cueva oculta entre las rocas. Incluso hay quienes afirman que el tesoro no es material, sino espiritual, y que su verdadero valor radica en las lecciones que deja sobre la codicia y el peligro de perseguir riquezas a costa de todo.
A pesar de las advertencias, la leyenda del tesoro olvidado sigue atrayendo a aventureros y curiosos. Cada año, decenas de personas se adentran en la zona con la esperanza de encontrar las morocotas de oro, aunque pocas regresan con algo más que historias de luces extrañas, sonidos misteriosos y una sensación de inquietud que los persigue durante días.
El tesoro del río Cabriales es, en definitiva, un recordatorio de que algunas riquezas no están hechas para ser encontradas. Ya sea por miedo, superstición o respeto a las tradiciones, la mayoría prefiere mantener viva la leyenda, dejando que el río y sus secretos sigan fluyendo en el tiempo.