80 sellos de plomo y amenaza de excomunión a quien se vaya de la lengua durante el cónclave
La residencia de Santa Marta, que acogerá a todos los cardenales durante el proceso de elección del nuevo pontífice, se blinda contra las filtraciones
En la Capilla Sixtina se vota y en la Casa Santa Marta se desayuna, se almuerza, se cena, se reza, se duerme. Incluso se bebe. Hace algunos días trascendió que un cardenal extranjero —la anécdota la contó un arzobispo italiano— se creía que las bebidas del minibar eran gratis, y decidió invitar a otros purpurados a su habitación. Al día siguiente comprobó en la factura que, salvo en los días sagrados del cónclave que empieza el miércoles, la residencia de Santa Marta es lo que es, un hotel de paso para los eclesiásticos.
EL PAIS