Por NICOLE WINFIELD Associated Press
CIUDAD DEL VATICANO (AP) — Con todo el boato, el drama y la solemnidad que la Iglesia católica puede desplegar, 133 cardenales comenzarán el miércoles el ritual secreto y centenario para elegir a un sucesor del papa Francisco, dando inicio al cónclave más geográficamente diverso en los 2.000 años de historia de la fe.
Los cardenales, procedentes de 70 países, estarán aislados del mundo exterior, entregarán sus celulares y se bloqueará la cobertura alrededor del Vaticano para evitar que puedan comunicarse hasta que encuentren un nuevo líder para la institución, que cuenta con 1.400 millones de fieles.
Francisco nombró a 108 de los 133 «príncipes de la Iglesia» con derecho a voto, eligiendo a muchos religiosos a su imagen y semejanza de países como Mongolia, Suecia y Tonga, que nunca antes habían tenido representación cardenalicia.
Su decisión de superar el límite habitual de 120 cardenales electores e incluir a más jóvenes del llamado «sur global» —aquellos países a menudo marginados y con menos poder económico— ha inyectado un grado inusual de incertidumbre en un proceso que siempre está rodeado de misterio y suspense.
Muchos no se conocían hasta la semana pasada y lamentaron no haber tenido más tiempo para hacerlo, lo que plantea dudas acerca de cuánto tiempo podría tardar un religioso en asegurar la mayoría de dos tercios, o 89 votos, necesarios para convertirse en el 267mo pontífice.
«Esperar y ver, un poco de paciencia, esperar y ver», expresó el cardenal Mario Zenari, embajador del Vaticano en Siria, a su llegada al último día de las conversaciones previas a la votación.
Una misa final y luego «Todos fuera»
Los cardenales comienzan participando en una última misa previa al cónclave en la Basílica de San Pedro. El decano del Colegio de Cardenales, Giovanni Battista Re, oficiará el servicio, que tiene como objetivo rezar para que los cardenales encuentren la sabiduría, el consejo y la comprensión para elegir un nuevo pastor digno.
Re, de 91 años, presidió el funeral de Francisco y ofreció un sermón conmovedor en el que recordó al primer pontífice latinoamericano de la historia y los 12 años de papado reformista que supervisó.
A las 4:30 de la tarde (1430 GMT), los cardenales caminarán hacia la Capilla Sixtina en una procesión solemne, entonando la meditativa «Letanía de los Santos» y el himno latino «Veni Creator», implorando a los santos y al Espíritu Santo que les ayuden a elegir un papa.
Una vez allí, prometen mantener el secreto sobre lo que está a punto de suceder y no permitir «ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención» de personas ajenas que influya en su votación.
De pie ante la interpretación de Miguel Ángel del cielo y el infierno en el fresco «El Juicio Final», cada cardenal coloca su mano sobre el Evangelio y jura cumplir con ese deber «con la ayuda de Dios y estos Santos Evangelios, que toco con mi mano».
Después de eso, el predicador retirado de la Casa Pontificia, el cardenal Raniero Cantalamessa, ofrecerá una meditación. El maestro de ceremonias litúrgicas papales, el arzobispo Diego Ravelli, pronunciará la frase en latín «extra omnes», o «todos fuera». Quienes no tienen derecho a voto se retirarán entonces y las puertas de la capilla se cerrarán para que empiece el trabajo.
Los cardenales no tienen que realizar una primera votación el miércoles, aunque suele hacerse. Suponiendo que no haya acuerdo, el Vaticano dijo que podría esperarse que el humo negro salga de la chimenea instalada sobre la Capilla Sixtina alrededor de las siete de la tarde.
Los cardenales se retirarán a descansar y regresarán el jueves por la mañana. Puede haber hasta dos votaciones en la mañana y otras dos en la tarde hasta que se encuentre un ganador.
Aunque los cardenales expresaron esta semana que esperaban un cónclave corto, es probable que haya al menos algunas rondas de votación. Durante el último siglo, se han necesitado entre tres y ocho votaciones para encontrar papa. Juan Pablo I —quien gobernó la Iglesia durante 33 días en 1978— fue elegido en la tercera votación. Para dar con sucesor, San Juan Pablo II, se necesitaron ocho. Francisco salió en la quinta en 2013.
Desafíos para un nuevo papa
El nuevo pontífice enfrentará una serie de retos que que pesan sobre los cardenales, sobre todo si continuar y consolidar el legado progresista de Francisco en la promoción del papel de las mujeres en la institución, la aceptación de la comunidad LGBTQ+, el medio ambiente y los migrantes, o retroceder para intentar unificar una Iglesia que se ha polarizado durante su pontificado. El escándalo de los abusos sexuales cometidos por el clero se cernió sobre las conversaciones previas al cónclave.
Dado que Francisco eligió al 80% de los votantes, es probable que haya continuidad, pero la forma que podría tomar es incierta.
Como resultado, identificar a los favoritos ha sido todo un desafío. Pero algunos nombres siguen apareciendo en las listas de «papable», es decir, cardenales que reúnen las cualidades para el cargo.
— El cardenal Pietro Parolin, de 70 años, es un italiano que destaca por la naturaleza de su cargo: fue secretario de Estado de Francisco, el número dos del Vaticano, por lo que es conocido por todos los prelados.
— El cardenal filipino Luis Tagle, de 67 años, es uno de los principales candidatos a convertirse en el primer papa asiático de la historia. Desempeñó un cargo también destacado al frente de la oficina de evangelización de la Santa Sede, responsable de la Iglesia católica en gran parte del mundo en desarrollo.
— El cardenal húngaro Peter Erdo, de 72 años, es arzobispo de Budapest y el candidato más destacado del ala más conservadora de la institución.
Coreografía de la votación
La votación sigue una estricta coreografía, dictada por las leyes eclesiásticas.
Cada cardenal escribe el nombre de su elegido en un papel que tiene inscritas las palabras «Eligo in summen pontificem», o «Elijo como sumo pontífice». Uno a uno, se acercan al altar y dicen: «Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, de que mi voto es dado a aquel que, según Dios, creo que debe ser elegido».
La papeleta doblada se coloca en un plato redondo y se deposita en una urna ovalada de plata y oro. Una vez emitidas, las papeletas son abiertas una por una por tres «escrutadores» diferentes —cardenales seleccionados al azar que anotan los nombres y los leen en voz alta. Los prelados pueden llevar su propio conteo en la hoja de papel que se les entrega, pero deben entregar sus notas para que sean quemadas al final de la votación.
Los escrutadores, cuyo trabajo es supervisado por otros cardenales llamados revisores, suman los resultados de cada ronda de votación y los apuntan en otra hoja de papel, que se conserva en los archivos papales.
A medida que el escrutador lee cada uno de los nombres, perfora cada papeleta con una aguja a la altura de la palabra «Eligo», las ata con hilo y hace un nudo. Los papeles se ponen a un lado y se queman en la estufa de la capilla junto con un químico que produce humo negro para señalar que no hay ganador, o blanco para anunciar que se ha elegido un nuevo papa.
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La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de una colaboración con The Conversation US, con fondos de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable del contenido.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.
Cardenales inician el solemne y secreto ritual de votación para elegir un nuevo papa
