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viernes, marzo 22, 2024
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The New York Times: El gran negocio detrás de los migrantes venezolanos del Darién

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A cada paso en la selva hay oportunidad de hacer dinero.

El trayecto en lancha para llegar al bosque tropical: 40 dólares. Un guía que te lleva por la ruta peligrosa cuando empiezas a caminar: 170 dólares. Alguien que carga tu mochila en las lomas lodosas: 100 dólares. Un plato de pollo con arroz tras un día de escalar laboriosamente: 10 dólares. Paquetes especiales con todo incluido para que el esfuerzo riesgoso sea más rápido y soportable (con tiendas, botas y otros básicos): 500 dólares, o más.

El Times  Una selección semanal de historias en español que no encontrarás en ningún otro sitio, con eñes y acentos. 

Ahora, cientos de miles de migrantes atraviesan a raudales un delgado tajo de la selva conocido como el Tapón del Darién, la única ruta terrestre a Estados Unidos desde América del Sur. Es un movimiento de proporciones históricas que el gobierno de Joe Biden y el gobierno de Colombia han prometido detener.

Pero aquí, en el borde del continente, las ganancias simplemente son demasiado grandes como para ignorarlas y los emprendedores que persiguen la bonanza migrante no son contrabandistas clandestinos que se esconden de las autoridades.

Son políticos, empresarios destacados y líderes electos, que diariamente y a plena luz del día envían a miles de personas migrantes hacia Estados Unidos y a cambio cobran millones de dólares mensuales por ese privilegio.

“Hemos organizado todo. Los lancheros, los guías, los cargabolsos”, dijo Darwin García, miembro electo de una junta de acción comunal y exconcejal de Acandí, un municipio colombiano en donde empieza la selva.

A un pueblo pobre como el suyo, dijo, la gran cantidad de migrantes dispuestos a arriesgarlo todo con tal de llegar a Estados Unidos, es “lo mejor que le puede pasar ahora mismo”.

El hermano menor de García, Luis Fernando Martínez, líder de una asociación local de turismo, es en la actualidad uno de los principales candidatos a la alcaldía de Acandí y defiende el negocio de la migración como la única industria rentable en un lugar que, “anteriormente”, dijo, “no tenía una vocación económica definida”.

 

El Tapón del Darién se ha transformado con rapidez en una de las crisis políticas y humanitarias más urgentes del hemisferio occidental. Lo que hace unos años era un flujo a cuentagotas ahora se ha convertido en un torrente: más de 360.000 personas ya cruzaron la selva en 2023, según el gobierno de Panamá, superando el récord casi inimaginable de 250.000 del año pasado.

En respuesta, Estados Unidos, Colombia y Panamá firmaron un acuerdo en abril para “poner fin al movimiento ilícito de personas” por el Tapón del Darién, una práctica que “conduce a la muerte y a la explotación de personas vulnerables con ganancias significativas”.

Hoy en día, dichas ganancias son más grandes que nunca: solo este año, los líderes locales han recaudado de los migrantes decenas de millones de dólares en una enorme operación de movimiento humano, que, según los expertos internacionales, es más sofisticada que cualquiera que hayan visto.

“Hay una economía bonita”, dijo Fredy Marín, quien fuera concejal en la municipalidad vecina de Necoclí y que maneja una empresa de lanchas que transporta migrantes en su trayecto a Estados Unidos. Dice que mensualmente traslada a miles de personas y que cobra 40 dólares por persona.

Marín es actualmente candidato a la alcaldía de Necoclí y ha prometido preservar la boyante industria de la migración.

Más información en The New York Times
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