Carlos Tovar
En Valencia, ciudad de arraigadas tradiciones católicas, los cerros no solo son accidentes geográficos, sino espacios cargados de espiritualidad y leyendas. Entre ellos, el Cerro Las Tres Cruces destaca por su historia mística, mezcla de devoción, misterio y fenómenos inexplicables que han perdurado por décadas.
Un Lugar Sagrado y su Legado
Desde la época colonial, los cerros de Valencia fueron adornados con ermitas, capillas y cruces monumentales para celebrar el Vía Crucis durante la Semana Santa. Las Tres Cruces, erigidas en lo alto del cerro, no solo eran un símbolo religioso, sino un mirador natural desde donde se domina toda la ciudad. Con el tiempo, el sitio se convirtió en punto de encuentro para excursionistas y curiosos, pero también en escenario de sucesos que desafían la lógica.
La Mujer de Blanco: ¿Espíritu o Leyenda Urbana?
Entre 1968 y 1975, los habitantes de Valencia comenzaron a hablar de una mujer vestida de blanco que aparecía al atardecer, alrededor de las 6:30 pm, justo frente a las cruces. Testigos afirmaban que realizaba movimientos similares a una danza ritual, como si «convocara energías del universo». La noticia se esparció rápidamente: vecinos subían al cerro esperando verla, aunque solo unos pocos aseguraban haberla observado. Curiosamente, nunca se apareció a los jóvenes de la época, lo que alimentó teorías dispares.
Algunos decían que era una monja en pena, otros una bruja o incluso una mujer desequilibrada. Sin embargo, un detalle llamaba la atención: la figura no parecía temer a las cruces, lo que descartaba para muchos su naturaleza maligna. Se especulaba que vivía oculta entre la espesa vegetación del cerro, pues llegaba al lugar sin ser vista. Con la llegada de la televisión y el cine, el interés por la aparición disminuyó, pero en 1991, dos jóvenes excursionistas la vieron nuevamente: llevaba un vestido de novia antiguo y estaba acompañada por perros dóciles. Su rostro, de rasgos europeos, parecía «inofensivo», según relataron.
Las Bolas de Fuego: Presagios en el Cielo
En la década de 1980, otro fenómeno sobrenatural captó la atención de los valencianos: tres bolas de fuego (una roja y dos blancas) que surcaban el cielo nocturno sobre el cerro. Los pobladores las asociaban a presagios de tragedias , y aunque algunos atribuían el fenómeno a bromistas, las ancianas insistían en que eran almas en pena o duendes buscando refugio en un lugar sagrado. Estos avistamientos quedaron documentados en periódicos y revistas de la época, añadiendo capítulos a la leyenda.
Hoy: Entre la Fe y el Olvido
Las Tres Cruces siguen en pie, testigos silenciosos de una Valencia que ha cambiado. Para algunos, el cerro es un símbolo de fe que «ilumina la ciudad con el amanecer»; para otros, un rincón donde persisten los ecos del misterio. La mujer de blanco y las bolas de fuego ya no se ven, pero quedan en la memoria de quienes vivieron esos tiempos, recordándonos que algunos lugares guardan historias que la razón no siempre puede explicar.