Brasileños se enrumban a asistir a las elecciones más importantes de la última década, lo que genera expectativa por una alta participación. Sin embargo, debido a problemas diplomáticos, no todos los que quieran podrán sufragar en estos comicios.
La ruptura política entre el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista venezolano Nicolás Maduro ha afectado a unos diez mil brasileños, que ahora no tienen acceso a los derechos constitucionales, incluido el derecho al voto. Si no fuera por la decisión radical, Bolsonaro podría volver a ganar en el país, donde el electorado tradicionalmente favorece a los candidatos de la derecha brasileña, reportó RFI Brasil.
“Llevo 45 años en Venezuela y siempre he votado. Esta será la única vez que no tendremos la oportunidad de votar porque no tenemos un consulado o una embajada. Tenía muchas ganas de votar en estas elecciones porque ya tengo mi candidato favorito”, declaró Amra Zatar, de São Paulo.
Las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Brasil se vieron afectadas desde el año 2019, cuando el gobierno de Jair Bolsonaro desconoció a Nicolás Maduro como presidente y respaldo a Juan Guaidó. Desde entonces se rompieron las relaciones y no existen consulados para atender a la población brasileña en Venezuela.
La comerciante Imara Santos dice que en las elecciones de 2018, cuando aún era posible votar en los consulados de Venezuela, apoyó a Jair Bolsonaro motivada por su familia. Pero la gestión del presidente la defraudó: “Yo voté por él, sí, pero nunca más volvería a votar. ¡No le gustamos, el brasileño!
Uno de los agravios de Imara con Jair Bolsonaro surgió en el momento del cierre de las representaciones diplomáticas. Ella dice que se sintió «abandonada» por el gobierno brasileño. La salida de Venezuela, orquestada por Itamaraty, se dio cuando decenas de países rechazaron al gobierno de Maduro en apoyo a la figura opositora del autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó.
Para Maurício Santoro, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), esta decisión fue otro factor de agitación en el gobierno de Bolsonaro. “Esto creó una anomalía diplomática que trajo muchos problemas, dificultades y que, al final, trajo más obstáculos que soluciones en la forma en que Venezuela se relaciona con los países vecinos”.
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