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miércoles, abril 24, 2024
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New York Times | Acapulco bajo la tormenta Otis

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Por Elda Cantú

Senior News Editor, Latin America

Acapulco, el histórico balneario de México, de pronto se quedó a oscuras e incomunicado

El martes, en cuestión de horas, la tormenta tropical Otis se convirtió en un huracán categoría 5, el más severo en la escala Saffir-Simpson. Ahora también ha sido el huracán más potente del que haya registro en la costa del Pacífico mexicano.

Pero aún sabemos poco sobre las secuelas del paso del huracán. Recién a primera hora del jueves, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó de 27 personas fallecidas y tres formalmente desaparecidas. La gobernadora del estado de Guerrero dijo que el 80 por ciento de los hoteles estaban afectados, un duro golpe para el sector económico más importante de la ciudad.

Sin embargo, escribió Judson, “incluso cuando Otis era todavía una tormenta tropical, había pruebas suficientes para que el gobierno de México emitiera un aviso de huracán para la costa”.

Así que el miércoles, una ciudad de unos 852.000 habitantes amaneció incomunicada. “En todo Acapulco no quedó poste de pie”, dijo López Obrador luego de contar que para poder llegar al puerto junto con las principales autoridades del país había tenido que caminar un trecho del camino, luego de que su vehículo quedara atascado en el fango.

Mientras tanto, miles de personas intentaban contactar a sus seres queridos. He hablado con algunas de ellas, que han descrito la incertidumbre de haberse ido a dormir con la imagen de una palmera inclinada ante un viento que empezaba a ser fuerte, el recuerdo de la casa familiar, la voz de un pariente tranquilo que no imaginaba la magnitud de lo que vendría, y despertaron ante un vacío informativo.
Al cierre de este boletín, las comunicaciones y la electricidad no habían sido restablecidas en gran parte del puerto. Emiliano Rodríguez Mega, reportero en la corresponsalía del Times en Ciudad de México, logró trasladarse hasta esa zona, donde atestiguó la magnitud del daño y el desconcierto de los habitantes. Algunos de ellos, relató, buscaban abastecerse de víveres de cualquier forma posible. Un taxista, que empujaba su taxi, dijo que la gasolina y otros productos básicos escaseaban
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