Por: Eduardo Chapellín
Hace tres décadas, un 26 de abril de 1995, debutó en Grandes Ligas con Mets de Nueva York.
«Era un frío tremendo el que tenía ese día en 1995… El jugar en Colorado fue una satisfacción tan grande, sobre todo al ver a Andrés Galarraga del otro lado con Rockies. Imagínate que Andrés era un ídolo para nosotros en Venezuela, Y verlo jugar en contra, qué te puedo decir», soltó como si fuera ayer… pero han pasado tres décadas desde que Edgardo Antonio Alfonzo debutó en Grandes Ligas.
Un 26 de abril de 1995 y fundado con el uniforme de los Mets de Nueva York y con poco más de 21 años a cuestas, «fallé con elevado al jardinero central como emergente. Fallé esa vez, pero de allí empezó una larga carrera. De verdad muy agradecido con Dios por darme la oportunidad, de ser parte de los Mets de Nueva York. El estar en el Salón de la Fama de los Mets y ser el primer latino en estar ahí, no es nada fácil».
De hecho, el orgullo de Santa Teresa del Tuy, estado Miranda, estuvo con Mets en ocho de sus doce zafras en la MLB, pasando además por Gigantes, Angelinos y Azulejos.
Volviendo a su primer año con los metropolitanos, «fue como utilidad. Venía de AA, luego de cuatro años en las menores, y ese año estaban buscando ellos (Mets) transformar al equipo. Me sentí bien, porque fue mi organización de Grandes Ligas desde el principio. El jugar en las menores y en Venezuela me ayudó mucho, lo que me preparó para poder ir a Nueva York ya tan corta edad, fue una bendición, a pesar de que ellos tenían a jugadores con experiencia como Bobby Bonilla, Joe Orsulak, Jhon Franco, toda esa gente buena… Y que a uno le den la oportunidad de jugar ahí. Gracias a Dios pude hacer el trabajo que querían”.
Sin embargo, Edgardo no sufrió la presión de la fanaticada y prensa neoyorquina: «Jugar en Nueva York no es fácil, porque es una ciudad cosmopolita, una ciudad donde hay muchas razas, más que todo de América Latina, pero creo que jugar en Venezuela un Caracas-Magallanes te hace un poco las cosas más fáciles. Si había presión, pero no tanto como en Venezuela, porque estás en tu patio y frente a tu gente ahí. Igual agradezco el apoyo de los fanáticos de Nueva York, al igual que los venezolanos. Sin embargo, Nueva York es duro. He escuchado a mucha gente que ha estado en Nueva York y dice que es duro por la cantidad de reporteros, de periódicos (y canales de TV) que hay si hay un poco de presión, pero a mí me fue bien”.
De su carrera en MLB, nunca podrá olvidar el 30 de agosto de 1999, en Houston. En aquella jornada empató la marca para criollos con tres jonrones en un partido e impuso un récord para Mets con seis hits en un mismo careo, luego igualada por Wilmer Flores años después.
«No vale, ese juego de seis-seis es único. Tu no bateas de 6-6 todos los días. Fue uno de los partidos que me ha caracterizado más como buen bateador y jugador. Para mi fue un día que no quería que se acabara, donde como decimos nostros: ‘estabámos viendo la pelota como un melón’. De verdad me sentí ese día muy bien en el home plate. Di tres jonrones, dos hits y un doble. Cuando terminó el juego no sabía yo lo que había hecho, hasta que me lo dijo el mánager: ´hiciste esto, hiciste lo otro´.. y dije ‘¡Guooo!´. Fue mi mejor juego al bate”.
Cuando dice que fue un “buen bateador” en la Gran Manzana y en los otros clubes donde militó, los números no mienten. En 1.506 encuentros promedió .284 (5.385-1.532), incluidos 282 dobles, 146 vuelacercas, 596 pasaportes, 53 robos en 70 intentos, 777 anotaciones y 744 remolques.
Sin embargo, el apodado “Fonzie” en sus años en Nueva York, tiene dos zafras donde descosió la esférica (1999 y 2000), pero el mismo Edgardo seleccionó la que más le gustó.
«La de 1999 fue de ensueño para mi. Fue una temporada soñada porque pude ir al juego de estrellas, me gané el bate de plata. Creo que fue bastante completa para mi… La del 2000 también fue un año en que se hizo un trabajo excelente y en la que fuimos a la Serie Mundial contra los Yanquis. También fui al juego de estrellas. Sin embargo, la de 1999 fue una de las mejores que tuve, en términos de números».
Ese año 1999 Edgardo marcó topes personales en juegos jugados (158), hits (191), anotadas (123), dobletes (41), jonrones (27), remolcadas (108) y bases alcanzadas (315): “No me puedo quedar de ese año”.