En la agenda está la vida en la Tierra, en todas sus formas y variedades. La gran pregunta es hasta dónde llegarán las naciones para detener el desastroso declive en curso.
Representantes de más de 175 países se reúnen para negociar respuestas, a partir del lunes en Cali, Colombia, en lo que se espera que sea la mayor conferencia de las Naciones Unidas sobre biodiversidad de la historia.
El desarrollo de las conversaciones en las próximas dos semanas ayudará a determinar, para bien o para mal, el futuro del planeta. La biodiversidad está disminuyendo más rápidamente que en ningún otro momento de la historia de la humanidad, según concluyó un panel intergubernamental de científicos en 2019. El grupo estimó que un millón de especies estaban en peligro de extinción. Incluso muchas especies comunes están en declive. Las poblaciones de aves de Estados Unidos y Canadá, por ejemplo, han descendido casi un 30 por ciento desde 1970, con pérdidas generalizadas entre algunas de las especies más frecuentes.
Según el grupo de expertos, la principal causa del deterioro de la biodiversidad terrestre es la pérdida de hábitats, sobre todo cuando la tierra se destina a la agricultura. En el océano, es la sobrepesca. El cambio climático desempeña un papel cada vez mayor, y ambas crisis están entrelazadas.
Estas pérdidas drásticas de biodiversidad amenazan el bienestar humano, advierten los científicos. Los bosques llenos de cantos de pájaros también almacenan el carbono que calienta el planeta, filtran el agua y generan lluvia. Los ríos y océanos sanos están llenos de peces que la gente necesita para alimentarse. Los insectos nutren el suelo y polinizan las plantas, las aves y los mamíferos dispersan las semillas, las plantas convierten la luz del sol en alimento para el resto de nosotros.
“Cuando destruimos la biodiversidad, estamos destruyendo los eslabones mismos que ayudan al sistema a reproducir la vida”, dijo Susana Muhamad, ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, quien está a cargo de presidir la conferencia. “Lo que está en juego es en realidad otra ola de extinción, que podría ser la sexta extinción general de la Tierra”. La última acabó con los dinosaurios.
Las negociaciones de las Naciones Unidas —esta sesión se conoce como COP16, lo que significa que es la 16ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica— pueden parecer a veces absurdamente burocráticas y frustrantemente ineficaces. Pero, según los participantes, la cooperación mundial es fundamental para abordar cuestiones como la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, crisis medioambientales de gran envergadura que trascienden las fronteras nacionales. (La próxima conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima, la 29ª de esa serie de COP, comienza en Bakú, Azerbaiyán, el mes que viene).
Estados Unidos es esencialmente el único país que no ha ratificado el tratado sobre biodiversidad. No obstante, enviará una delegación de varias decenas de personas del Departamento de Estado y otros organismos. La otra excepción es la Santa Sede, que también se espera que asista.
Poner en marcha los planes
Esta es la primera COP sobre biodiversidad desde que los países alcanzaron un acuerdo histórico en Montreal hace dos años. En Cali, la atención se centrará en ponerlo en práctica.
El acuerdo se basa en 23 objetivos que deben cumplirse para 2030 y que, en conjunto, establecen una hoja de ruta para lo que equivale a una nueva relación con el mundo natural. Los delegados reunidos en Montreal se comprometieron a eliminar casi por completo la pérdida de zonas de gran importancia para la biodiversidad, a detener las extinciones, a garantizar que las especies silvestres no se capturen en exceso, a reducir los efectos de la contaminación y a mucho más. Uno de los objetivos, conocido como 30×30, es el compromiso de conservar el 30 por ciento de la tierra, las aguas continentales y los océanos del planeta.
Ahora, en esta conferencia, los países tienen que presentar planes para mostrar cómo pretenden cumplir esos objetivos. La fecha límite para presentarlos es esta reunión.
Los defensores de la conservación están analizando a toda prisa los planes a medida que van llegando. También están haciendo sonar las alarmas por el hecho de que solo una pequeña parte de los países los hayan presentado antes del inicio de las conversaciones. El Fondo Mundial para la Naturaleza ha publicado una herramienta de seguimiento.
“Hay un desfase preocupante entre lo que se prometió en Montreal y los planes puestos en marcha hasta ahora para contrarrestar la pérdida de naturaleza para 2030″, dijo en un comunicado de prensa Bernadette Fischler Hooper, directora de incidencia mundial del Fondo.
Al mismo tiempo, reconoció que el cambio no es fácil, y que los países se enfrentaban a múltiples retos, entre ellos la falta de financiación.
Dinero, dinero, dinero
Los países más ricos en biodiversidad suelen tener menos dinero para protegerla. Hace dos años, en Montreal, las negociaciones se vieron atravesadas por fuertes desacuerdos sobre la financiación, que en ocasiones reventaban y amenazaban todo el esfuerzo. Finalmente, se acordó movilizar 200.000 millones de dólares al año hasta 2030.
Se necesitaba aún más. El acuerdo reconocía un déficit de financiación de la biodiversidad de 700.000 millones de dólares al año.
Parte de esa cantidad podría cubrirse alcanzando otro objetivo: los países acordaron eliminar gradualmente 500.000 millones de dólares anuales en subvenciones perjudiciales para la naturaleza —lo que presumiblemente incluiría los combustibles fósiles, la agricultura insostenible y la pesca comercial— y aumentar los incentivos positivos.
Pero los gobiernos llevan mucho tiempo batallando para reorientar dichas subvenciones. Un informe de las Naciones Unidas publicado en diciembre reveló que las subvenciones perjudiciales para el medio ambiente habían aumentado un 55 por ciento, hasta 1,7 billones de dólares, de 2021 a 2022. Esto fue “impulsado por el apoyo fiscal al consumo de combustibles fósiles”, según el informe.
Las finanzas podrían volver a ser las negociaciones más difíciles y polarizadas de la conferencia, dijo David Cooper, secretario ejecutivo adjunto del Convenio sobre la Diversidad Biológica
En el orden del día figurará otra posible fuente de dinero: un fondo propuesto en el que las empresas pagarían por el acceso a la información genética digital. Esto podría recaudar entre mil y varios miles de millones de dólares al año para los países y las comunidades indígenas que salvaguardan la biodiversidad, dijo Cooper.
Y, en términos más generales, los países sopesarán el grado en que los pueblos indígenas y las comunidades locales pueden acceder a la financiación directamente, en lugar de a través de los gobiernos nacionales.
‘Paz con la naturaleza’
El tema de la conferencia es “Paz con la naturaleza”, en referencia a la necesidad de que los seres humanos transformen su relación con el mundo natural.
“¿Cómo podemos tener vidas muy prósperas, pero al mismo tiempo que estén dentro de los límites del planeta?”, dijo Muhamad. “Lo que nos gustaría en la COP16 es que esta cuestión estuviera en el centro”.
Pero para Colombia y muchos otros países, el eslogan tiene otra dimensión.
Aunque la protección del medio ambiente es un pilar fundamental del gobierno del presidente Gustavo Petro, amplias zonas de la Amazonía colombiana están bajo el control de rebeldes armados, y la deforestación se ha disparado. Un grupo denominado Estado Mayor Central tiene “el poder de frenar o acelerar la deforestación a voluntad”, según un informe publicado el viernes por el International Crisis Group.
En julio, los rebeldes lanzaron lo que parecía una amenaza contra la conferencia sobre biodiversidad, antes de anularla un par de semanas después.
“Los Estados no tienen un control real sobre muchas zonas biodiversas”, dijo Elizabeth Dickinson, analista principal del International Crisis Group. “La destrucción del medio ambiente es un negocio. Tenemos que enfrentarnos a esas dos duras realidades para avanzar”.