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Joan Kroc, la mujer que donó tanto dinero con la fortuna del fundador de McDonald’s que fue apodada «Santa Juana de los Arcos Dorados»

Joan Kroc, la mujer que donó tanto dinero con la fortuna del fundador de McDonald’s que fue apodada «Santa Juana de los Arcos Dorados»

Imagínate la escena: a finales de la década de 1960, un yate navega por una vía fluvial en Fort Lauderdale, Florida, Estados Unidos.

Los invitados están reunidos a bordo para brindar por una pareja, Ray y Jane Kroc, que pronto se embarcará en un crucero alrededor del mundo para celebrar su 5° aniversario de bodas.

Viajes, champán, caviar, vestidos glamorosos… Ray se hizo rico recientemente, muy rico de hecho.

El negocio que llevó de un solo puesto de hamburguesas en San Bernardino, California, a la dominación nacional acaba de salir a la bolsa de valores.

Y de repente, en medio de la fiesta, Ray se da cuenta de que no quiere ir a darle la vuelta al mundo con Jane. No quiere estar casado con ella.

Lo que quiere es recuperar a su amor perdido, Joan, una mujer con la que se fugó a Las Vegas años antes, pero con quien los planes de boda se malograron.

Tal vez, piensa Ray, ha pasado suficiente tiempo como para que Joan le dé otra oportunidad.

Así que llama a su abogado, le dice que quiere divorciarse de Jane y que quiere que sea él quien se lo diga inmediatamente.

Además, que le ofrezca US$3 millones en efectivo y su casa si acepta un acuerdo rápido.

Con estos detalles resueltos, Ray abandonó la fiesta.

Su próxima esposa, Joan, sobreviviría a Ray, heredaría casi US$500 millones tras la muerte del magnate de las hamburguesas y legaría alrededor de US$3.000 millones tras su propio fallecimiento, en 2003.

En vida fue una de las grandes filántropas del siglo XX y su generosidad era tan exuberante, aunque discreta, que sería apodada Santa Juana de los Arcos Dorados.

¿Fundador?

En 2016 se hizo una película sobre la vida de Ray Kroc, llamada «The Founder«, que en algunos lugares de habla hispana se tituló «Hambre de poder», pero en otros se tradujo fielmente como «El fundador».

Ese título recalentó una discusión de larga data, porque Kroc no fue estrictamente el fundador de McDonald’s.

Restaurante McDonald's con los arcos y autos de la década de 1950

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,Una réplica de la primera franquicia que Ray Kroc abrió en 1955 en Des Plaines, Illinois, que ahora tiene más de 4.300 locales en todo el mundo.

En 1954, tenía 52 años y era un exitoso vendedor ambulante de vasos desechables y batidoras.

En sus viajes, conoció a Richard y Maurice McDonald, dos hermanos que regentaban una hamburguesería inusual.

El menú era corto y no se permitían sustituciones. Aún más sorprendente para la época era que los hermanos exigían que los clientes estacionaran sus autos y caminaran al mostrador, en lugar de que un camarero les trajera su pedido.

Eso significaba que podían atender a más clientes, una aspiración a la que contribuyó su enfoque de línea de producción para cocinar.

Diseñaron su cocina ideal con tiza en una cancha de tenis cerca de su casa: la parrilla aquí, la máquina de batidos allá y la estación de fritura con papas de Idaho secadas con cariño para obtener una textura crujiente perfecta en aquel lugar.

Todo estaba optimizado para reducir el tiempo entre pedir y comer. Por eso lo llamaron comida rápida.

Aunque los hermanos McDonald vendían acuerdos de franquicia, que permitían usar su logotipo —los Arcos Dorados—, su menú y su mascota, nunca lograron replicar su sistema en otros lugares.

Esta fue la parte del negocio de la que se hizo cargo Ray Kroc y convirtió a McDonald’s en un fenómeno.

Como escribió en sus memorias, «Grinding it out» (traducido como «¡Cómete el mundo!»), se la pasaba trabajando: «El trabajo es la carne de la hamburguesa de la vida».

En medio de todo esto, un día Ray fue a un restaurante y vio a una hermosa mujer rubia 26 años menor que él, tocando el piano para los comensales.

Él era un músico frustrado. Su padre había insistido en que encontrara un trabajo de verdad.

Se enamoró al instante de Joan Smith.

Separaciones y reconciliaciones

Tanto Ray como Joan estaban casados.

Cuando el esposo de Joan, Rowley, abrió una franquicia de McDonald’s, le dio a Ray la excusa perfecta para visitarla.

Y las visitas podían ser muchas, dado que él era un hombre difícil de complacer.

Sus restaurantes tenían que estar impecablemente limpios y seguir cada edicto en una biblia de 84 páginas.

Al principio, no era permitido que en McDonald’s trabajaran mujeres, en caso de que fueran una distracción. Más tarde, esa prohibición fue revocada siempre y cuando no fueran demasiado atractivas.

El amor floreció entre Ray y Joan pero, después del debacle en Las Vegas, ella regresó a los brazos de Rowley.

Ray se divorció de su primera esposa, con quien había estado casi 40 años, y de los hermanos McDonald, a quienes les compró la empresa con todas sus marcas registradas y derechos de autor.

En 1963, se casó con Jane Dobbins Green, pero los sentimientos de Ray por Joan siempre ensombrecieron su relación.

Hasta que la dejó de repente a bordo de un yate en Florida, cinco años más tarde.

Joan con Ray Kroc en un auto con un personaje disfrazado de pollo

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,Joan con Ray Kroc, cuando él era dueño del equipo profesional de béisbol San Diego Padres y la mascota lo saludó en honor a su 80º cumpleaños en el Estadio Jack Murphy.

Joan aceptó la propuesta de matrimonio de Ray.

Se casaron en 1969 en la casa más grande de Ray, llamada J&R Double Arch Ranch en honor a su esposa anterior. Pero como su nombre empezaba también con ‘J’, no tuvieron siquiera que actualizar el letrero.

Joan llevaba un traje rosa y su anillo de compromiso era un diamante rosa de 11 quilates en forma de corazón.

Sin embargo, no todo lo que vendría sería color de rosa.

Ray tenía «un temperamento violento e incontrolable», según los documentos judiciales de la solicitud de divorcio que presentó Joan en 1971.

El demandado, decían, «ha infligido a la demandante daños físicos, violencia y lesiones».

La noticia se hizo pública y los diarios reportaron el sufrimiento de Joan «por crueldad mental extrema».

Pero la pareja se reconcilió a principios de 1972 y el asunto nunca volvió a tratarse.

Problemas humanos

Ray tenía opiniones conservadoras estridentes, por lo que Joan mantuvo ocultas sus simpatías liberales.

«No habría sido propio de una dama ni apropiado discrepar con él en foros públicos», diría más tarde.

Joan Kroc en 1987

Fuente de la imagen,AP

Pie de foto,«Políticamente, estábamos en extremos opuestos del espectro», diría Joan. Ray era un republicano acérrimo; ella, independiente registrada.

Pero lo que no podía ocultar por completo eran sus preocupaciones por el consumo de alcohol de su esposo.

A diario, empezaba a tomar un whisky llamado Early Times que, como indica su nombre, él tomaba desde tiempos tempranos hasta tiempos tardíos.

Joan lanzó una campaña de concienciación sobre el alcoholismo llamada Operación Cork, que no solo quiere decir «corcho» en inglés, sino que —como ella explicó luego— también es Kroc escrito al revés.

«Sé que es un tema poco glamoroso», dijo en una entrevista en 1978 con el diario The New York Times.

Explicó que ya había participado en «organizaciones benéficas que siempre tienen gente haciendo cola», como el Heart Ball (evento de gala en beneficio de la investigación de enfermedades cardíacas) y el Fondo contra el Cáncer.

«Pero cuando se trata de alcoholismo, la gente siempre está buscando las puertas de salida», agregó.

Nunca reveló por qué había elegido esa causa en particular. En aquella entrevista aseguró que no era alcohólica ni tenía familiares cercanos ni amigos que lo fueran.

Entre muchas acciones, Operación Cork produjo dramas de televisión sobre el impacto de la bebida en la familia, convocó conferencias de trabajadores sociales y médicos que realizaron un trabajo innovador para abordar el problema, incluida la actualización del currículo de las escuelas de medicina para que se enfocaran más en la adicción.

«Nuestro enfoque principal está en los familiares de los 10 millones de alcohólicos del país», dijo Joan.

«Por cada alcohólico en una familia, cuatro o cinco miembros se ven gravemente afectados. Queremos mostrarles qué pueden hacer y cómo pueden obtener ayuda».

«Simplemente no me interesan los negocios», declaró. «Tengo buena cabeza y soy lógica, pero mi verdadera preocupación son los problemas humanos».

Sala de estar en una de las casas Ronald McDonald en Nueva York

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,La donación de Joan de US$100 millones a la ONG Ronald McDonald House creada por Ray, la expandió a Ronald McDonald Charities más amplias, ahora con presencia en 62 países con casas para familias con niños enfermos y unidades móviles de atención médica.

Legado filantrópico

Ray Kroc murió a los 81 años en 1984 y se podría decir que fue entonces cuando realmente comenzó la vida de Joan Kroc.

Tenía 55 años y era la única responsable de una de las grandes fortunas de Estados Unidos.

Y su intención era deshacerse de ella.

Hay dos maneras de ver su filantropía: una es como un tributo a Ray, asegurando que su nombre fuera recordado, y otra es como una silenciosa venganza.

Muchas de las causas que Joan apoyaba habrían horrorizado a Ray.

Le dio al Partido Demócrata la primera donación de US$1 millón en su historia.

Una de sus principales causas fue el desarme nuclear.

En 1985 donó US$6 millones de dólares para crear «un centro de investigación y docencia multidisciplinaria sobre las cuestiones cruciales de la paz, la justicia y la violencia en la sociedad contemporánea».

El Instituto Joan B. Kroc para Estudios Internacionales de la Paz en Notre Dame se creó, en parte gracias a su donación de US$69 millones.

Fue una de las primeras en promover y financiar hospicios e investigación sobre el sida, y pagó para que un niño con VIH tuviera un tutor especial cuando sus compañeros de escuela se negaban a sentarse a su lado.

Financió desde el trabajo pionero del autor y académico Norman Cousins ​​sobre el efecto de la mente en la salud y la resistencia a las enfermedades, hasta películas, zoológicos y teatros en dificultades.

Su generosidad radical y eufórica, a veces era calculada, y otras, espontánea, provocada por alguna noticia que la irritaba o personas que se cruzaban en su camino con historias que la conmovían.

Eso no quiere decir que todo era obras de caridad.

Joan en un acto de Walter Mondale.

Fuente de la imagen,Getty Images

Pie de foto,Joan junto al entonces candidato a la presidencia demócrata Walter Mondale.

Joan no llevaba una vida asceta.

Usaba su jet privado como si fuera un taxi, para irse con sus amigos a Las Vegas para maratones de apuestas o para que le trajeran a sus mascotas, y compraba cosas como un huevo de Fabergé con un pequeño elefante en su interior por US$3.000.000 en Christie’s.

Una vez le prometió a una compañía de ópera una donación de US$1.000.000 si podía saltarse el espectáculo e ir directamente a cenar.

Pero, en lo que respecta a caridad, hizo la mayor parte sin querer que su nombre fuera asociado.

Cuando en 1997 donó anónimamente US$15 millones a las víctimas de las inundaciones en Dakota del Norte y Minnesota, solo se supo porque un periodista descubrió que ella era la benefactora, pero se negó a recibir reconocimiento público.

Así pasó en otras ocasiones, cuando salía a la luz que era la fuente de donaciones.

A diferencia de Ray, nunca escribió un libro de memorias. Casi todo lo que sabemos de ella proviene de su biógrafa, Lisa Napoli, y su libro «Ray y Joan, el hombre que hizo la fortuna de McDonald’s y la mujer que lo regaló todo».

Napoli recopiló una lista vertiginosa de las causas que Joan apoyó, desde la financiación de una estatua de una nube en forma de hongo hasta el relevo de la antorcha olímpica.

Cuando murió en 2003, Joan le legó US$1.800 millones al Ejército de Salvación, aproximadamente la mitad de su fortuna. La transferencia bancaria no se realizó inicialmente porque había demasiados ceros.

Los millones llegaron con instrucciones de cumplir su deseo: la creación de varias decenas de centros recreativos de primera clase en barrios pobres de todo el país.

Otra suma que destacó en la lista de beneficiados fueron los US$220 millones que le dejó a NPR, la cadena de radio pública de EE.UU., la donación más grande de su historia.

A la televisión pública no le dejó nada porque no le devolvieron las llamadas.

Tal vez no sabían quién era ella; había operado virtualmente en las sombras.

Tanto que cuando murió de cáncer cerebral a los 75 años, su obituario en The New York Times tenía solo cinco párrafos.

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