Una posible vuelta de Trump a la Casa Blanca hace temer que endurecerá todavía más esta guerra comercial con el gigante asiático, un conflicto en el que Europa también perderá. El candidato republicano prometió en campaña que impondría aranceles del 60% a todos los productos procedentes del gigante asiático y los aranceles a vehículos eléctricos chinos subirían del 100% hasta el 200%, aseguró en una entrevista con el Wall Street Journal, en el caso de que China “entrara en Taiwán”, dijo. Asimismo, también habló de un arancel universal del 10% para cualquier país.
El argumento que esgrime el republicano es que estas medidas van a abrir “una nueva era” en la industria estadounidense ya que impulsaría la fabricación nacional y la haría más competitiva frente a los productos made in China.
Por su parte, China está pensando en aprobar un paquete de estímulo fiscal de 10 billones de yuanes (1,4 billones de dólares) en préstamos adicionales durante los próximos años con el objetivo de apuntalar su economía y abordar el gran riesgo de deuda oculta que tienen los gobiernos locales, según informaron en Reuters citando fuentes anónimas. Asimismo, dicho estímulo podría ser mayor en el caso de que Donald Trump volviese a residir en la Casa Blanca esta próxima semana, ya que se espera que recrudezca la guerra comercial entre ambas potencias.
Los expertos miran con atención a los acontecimientos que se están desarrollando en la política estadounidense porque creen que una reelección de Donald Trump puede provocar todavía más tensión geopolítica, lo que alejará al mundo, todavía más, de la ansiada salida del ciclo económico.
Los editores de Bloomberg aseguraron en un comentario que un segundo mandato de Trump “promete más de lo mismo, pero peor” en lo que a la guerra comercial con China se refiere.
Los investigadores del Real Instituto Elcano, Judith Arnal y Federico Steinberg, aseguran que la administración Biden mantuvo el enfoque de Trump con China, con aranceles, controles a la exportación y las inversiones, al mismo tiempo que “no permitió la renovación del órgano de apelaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y no llegando a un nuevo acuerdo comercial bilateral en el sentido tradicional”.
Por su parte, Harris tampoco es que vaya a ser menos proteccionista que sus antecesores si sale elegida. La vicepresidenta y candidata demócrata tiene claro que va a seguir por la misma senda que Joe Biden en cuanto a los aranceles chinos se refiere. Es cierto que Harris se muestra más diplomática al respecto de las relaciones con Pekín y plantea aranceles específicos a productos chinos que sean competencia de la industria estadounidense. En concreto, se habla de aranceles del 100%a los coches eléctricos, otro del 50% para paneles solares fabricados en el gigante asiático y un impuesto del 25% para aluminio y la importación de acero.
La media de aranceles que impone ahora Estados Unidos a los productos foráneos está en un 3,4%, según los datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), aunque hay disparidades según el país de origen y los productos concretos que hacen más competencia.
Sea como fuere, “Ambos candidatos insisten en la importancia de desacoplar su economía con respecto a la del gigante asiático en las áreas vinculadas a la tecnología y la seguridad”, aseguran, Arnal y Steinberg. Y este argumento viene a raíz de una balanza comercial deficitaria con China.
“Durante décadas, la balanza comercial de EEUU estuvo en equilibrio, pero hacia finales del siglo pasado, los déficits comenzaron a aumentar, alcanzando un nivel récord de 945.000 millones de dólares en 2022, que disminuyó significativamente a 784.000 millones en 2023”, informaron.
Por país, el mayor déficit comercial lo presentan con China “de ahí la retórica que ha surgido del lado estadounidense”, explican. En concreto, en 2022, el déficit comercial de EEUU con China representó más de 367.000 millones de dólares, antes de pasar a 287.000 millones el año pasado.
Pero ese desnivel con China vino acompañado de un incremento del intercambio comercial con México (un déficit comercial récord de 152.000 millones de dólares en el año 2023), “lo que demuestra que la estrategia de nerarshoring estadounidense funciona”, reiteran Arnal y Steinberg en su informe.
Lo más favorable para Pekín
El comentarista político independiente chino y exprofesor de la Universidad Tsinghua de Pekín, Wu Qiang, asegura que China podría preferir a Trump frente a Harris ya que “sería una gran ventaja” para el gigante asiático. El experto argumenta que si Donald Trump regresase a Washington “habría divisiones más profundas en la democracia estadounidense”. “En medio del alejamiento de Europa y sus aliados globales, Estados Unidos volverá a una nueva forma de aislacionismo, que ya fue evidente durante el mandato anterior de Trump”, asevera
.Pero la clave de todo esto es que las medidas arancelarias de Trump hacia China tendrían un coste al bolsillo de los estadounidenses. El Instituto Peterson de Economía Internacional, un grupo de investigación apolítico, estimó que si el republicano lleva al extremo superior la guerra arancelaria, le costaría a cada hogar estadounidense una media de 2.600 dólares al año. Con Harris, pasaría tres cuartos de lo mismo, a pesar de su laxitud.