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La sociedad necesita un reinicio completo, no una serie de reformas políticas graduales. Curtis Yarvin Por: Carlos Raúl Hernández

l aquelarre global de Nick Land

La sociedad necesita un reinicio completo, no una serie de reformas políticas graduales. Curtis Yarvin

Carlos Raúl Hernández

  1. El sheriff tiene al mundo “manos arriba”, hasta a Marte y no hay nadie que se salve, ni siquiera sus firmes aliados, Japón, Canadá, Surcorea, Noruega, Panamá. El castigo contra Japón y China sorprende porque son los países que prestan más dinero a EE. UU con la compra de bonos. Al ver las reacciones judiciales, se tiende a pensar que el caos se debe a novatería antipolítica. Pero es probable que sea básicamente diseño de una eclosión global aceleracionista, conforme ideólogos cercanos al nuevo gobierno. La operación podría ser un mal cálculo, aunque menor por el silencio de Rusia y China, la nueva trilogía geopolítica mundial. Hombre clave del aceleracionismo en los 90, Nick Land creó una plataforma “salvadora” de la izquierda “anticapitalista”, huérfana luego del final del socialismo.
  2. Fundó en 1992 el CCRU (Unidad de Investigación de Cultura Cibernética) en la Universidad de Warwick, Inglaterra. Escribe una prosa confusa, tortuosa, no es un pensador sistemático, sino ocurrente, provocador, audaz, de frases brillantes, efímeras, luces de bengala, aunque intentó hacer filosofía académica, pero lo despidieron. Las autoridades universitarias le dijeron “el CCRU no existe y nunca existió”, al descubrir que se había convertido en un aquelarre bohemio, un fumadero ocultista, numerológico, punk. En 2000 estuvo hospitalizado por efecto de anfetaminas. Él y su equipo, entonces de ultraizquierda, asumen tesis de Deleuze-Guattari (Antiedipo)
  3. Se trataba de acelerar al máximo, exasperar, las potencialidades y contradicciones sociales para reventar el sistema. Algún positivismo ramplón les hizo pensar que la sociedad se comporta como un motor. Esbozado originalmente en frases de Marx y Nietzsche, el aceleracionismo proliferó una fauna abigarrada y delirante. El “aceleracionismo anticapitalista” para fundir la máquina económica “burguesa” y desatar la revolución social, versión sencilla y estúpida basada en creer que las diferencias entre los grupos traerán su final. Al igual que el Manifiesto comunista, el planteamiento es el más sincero y rendido honor, pleitesía, a la potencia transformadora de la sociedad abierta.
  4. “Hay que destruirla”, pese a su progreso vertiginoso, ultradesarrollo tecnocientífico, informático y automatización.  Pero como no ha sido imposible, recemos a la espera de que se hunda sola, se ahogue en su propio crecimiento y su “fortaleza contradictoria”, teoría tan idiota como un corte de pelo con cresta rosada punk.  La segunda tendencia, “aceleracionismo postcapitalista”, espera el advenimiento de “la singularidad”, día cuando las máquinas, más inteligentes que el hombre, sustituyan el trabajo humano (Matrix), el eterno Frankenstein, distopía en el arte y la cultura. Finalmente, los “aceleracionistas procapitalistas”, neorreaccionarios del convertido Nick Land, apuestan a exasperar las contradicciones para que estallen, esta vez las instituciones democráticas.
  5. De la aceleración saldrán gobiernos-gerentes tecnoautoritarios, monarquías medievales o absolutas. Los 90 fueron década de terremotos:  derrumbe del comunismo, de la variedad socialista, unipolaridad, globalización y revolución informática, llamadas por Deleuze y Guattari “aceleración tecnológica y globalización supraterritorial”. Pero izquierda-derecha aprendieron poco y mantienen su tonta jerga: llamar “capitalista”, ahora “neoliberal” (gobernada por el capital) al orden espontáneo, la sociedad normal. Así afirman que su existencia es provisoria, preámbulo del “socialismo”, cuando gobernará “la sociedad”. Un balde de realismo les lanza Mark Fisher: “Es más fácil imaginarse el fin del mundo que el fin del capitalismo”. Land se aleja de la filosofía, para su bien y el de la misma disciplina.
  6. Sus escritos en la Web, recogidos en Cacería del noúmeno (2011), son un arsenal de detonantes tremendistas e insustanciales, bombas de ruido para aturdir incautos. Humildemente pretende liquidar el pensamiento moderno por “equivocado” y a nada menos que a Kant, el Everest, al que define “la culminación de un error”, en sus curiosos textos. Emulaba a Nietzsche, quien quiso pasarse por el bigote desde la cultura judeocristiana hasta Platón, y a Deleuze que lo intentó con este último. Luego Land pasa a hacer lo que mejor le convenía, sumergirse en el cyberpunk, biopunk, la tecnomusic, las drogas, la posmodernidad. En la atmósfera cultural creada por las novelas de Phillip Dick. William Gibson, Isaac Asimov, Bruce Sterling.
  7. Navega en el Hollywood neo-noir, distópico, climaficción, cyberpunk, hopepunk: Blade Runner (Scott,1982), Terminator (Cameron, 1984), Robocop (Verhoeven,1987), Total recall (Verhoeven, 1990) El juez (Cannon, 1995), Matrix (Wachowsky bros, 1999). Al día de hoy Nick Land ya no es filósofo de la aceleración, sino un comentarista neorreaccionario desde Shanghái, donde realiza su sueño: el ultracapitalismo autoritario. En 2022 escribió el ensayo The dark enlightenment, traducido como La ilustración oscura, una sucesión de ideas sugestivas. Se basa en una superficialidad común, los defectos de la modernidad y su piedra angular, la Ilustración, demasiado pálidos comparados con otras etapas históricas. Tema fijo del pensamiento reaccionario desde el Sturm und drang, Johann Hamann, Schiller y el primer Goethe en Alemania del siglo XVIII, atribuir el mal a la razón y el progreso.
  8. Para eso viene de anillo al dedo, un psicópata prominente, Robespierre, que asoció su aterradora y ensangrentada tiranía al culto de la Diosa Razón. Desde entonces, cada vez que la brutalidad, la violencia, el salvajismo de la naturaleza humana se desbordan, lo atribuyen a lo que nos protege de ella precisamente:  Estado de Derecho, democracia, igualdad ante la ley, libertad, fraternidad, los principios políticos racionales universales: Igual que el marxismo y su versión cultural, los neorreaccionarios (NRx) y la alt-right, los wokismos, pretenden ridiculizar los valores democráticos y el antropocentrismo que insurge en el Renacimiento.
  9. Foucault dijo “el hombre es un proyecto fallido del siglo XVI que duró dos siglos”. Coincide con Nick Land en “nunca haber visto al Hombre”, con mayúscula, sino hombres concretos. Niegan así el principio universal de la dignidad humana y los Derechos del Hombre, incluso de aquellos hombres que nunca hemos visto ni veremos. Para Merleau-Ponty decidir derechos es potestad de los revolucionarios contra los enemigos del pueblo. Trotsky, Bujarin, Den Xiaoping, Lin Biao, Ana Frank, “gusanos”, “agentes del imperialismo”, negros, judíos, hispanos, “espalda mojada”, carecen de derechos y podemos expulsarlos, patearlos, asesinarlos.  La neorreacción se “autopercibe” medievalista, estamentaria y quiere consagrar, como Marx en Crítica al programa de Gotha, un “derecho desigual” con la división de clases como principio jurídico.

@CarlosRaulHer

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