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Por LEÓN FELIPE GIRÓN undefined
PARÍS (AP) — Marco Verde subió al cuadrilátero con una medalla ya colgada al cuello. Al final, no pudo cambiar la plata por el oro, y no es porque no lo haya intentado. Las piernas, más que los puños, del uzbeko Asadkhuja Muydinkhujuaev lo alejaron de la parte más alta del podio.
El mexicano de 22 años estaba consciente de lo que le esperaba el viernes en la cancha central del complejo de tenis de Roland Garros en los Juegos Olímpicos de París. Sabía que su rival sería tan complicado como la pronunciación de su apellido. Pero siempre fue hacia adelante. Al menos le queda esa satisfacción.
“Sabíamos que así iba a ser y si me desesperaba iba a ser peor”, declaró el primer medallista para el pugilismo mexicano en Juegos Olímpicos desde que Misael Rodríguez se colgó el bronce en Río 2016. “Traté de calmarme y ser más rápido y puntear, pero al final ya fui por él”.
Verde remontó dos veces en su camino a la final de los medianos. El viernes no pudo repetir el truco una vez más y cayó 5-0 ante un Muydinkhujuaev que pocas veces propuso combate y muchas más lo eludió. El zurdo de 23 años, hizo su pelea. Se mantuvo a la larga distancia, sin golpes contundentes y en reversa constante. Aprovechó su largo alcance para marcar los golpes suficientes y convencer a los jueces en los dos primeros asaltos.
Fue hasta que la réferi alemana Susann Kopke conminó al uzbeko a hacer pelea en el tercer asalto que se presentaron algunos intercambios de golpes. Demasiado tarde para que Verde firmara una nueva remontada.
“Creo que el primer round no sentí que fuera 5-0, pero al final así son los jueces”, dijo el originario del puerto de Mazatlán, en el noroeste del país. “El segundo sí sentí que lo perdí y el tercero ahí salí a dar todo. No me voy con mal sabor de boca, él ganó y respeto eso.
Verde le dio a México su quinta medalla de estos Juegos Olímpicos y la tercera de plata, después de las obtenidas por la judoca Prisca Awiti y la dupla de Osmar Olvera y Juan Celaya en la prueba de clavados sincronizados desde el trampolín de tres metros.
Además, es la 14ta presea, y la cuarta plateada, para el pugilismo mexicano en una justa olímpica, la segunda disciplina con más blasones para la delegación azteca sólo detrás de los clavados, que han aportado 16 medallas.
El boxeo mexicano no ascendía a estas alturas del podio desde Los Ángeles en 1984, cuando Héctor López, en peso gallo, se colgó la plata.
“Me siento bien, la estrategia fue buena, pero sabía que la pelea iba a ser difícil y eso fue lo que sucedió. Respeto a mi rival y me ganó bien”, declaró Verde, quien se declaró “orgulloso” de devolver a México a los primeros planos del boxeo en Juegos Olímpicos.
“La medalla me sabe a muchísimo”, añadió.
En su camino al podio, Verde también redimió la historia familiar. Su padre Manuel, sólo subió una vez al cuadrilátero olímpico en Barcelona 1992, quedando eliminado en primera ronda.