La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado a JN.1, una nueva cepa de COVID-19, como “variante de interés”. Originada de la subvariante omicron BA.2.86, conocida como “Pirola”, JN.1 se ha expandido rápidamente, representando más del 27% de las infecciones registradas desde noviembre. Su presencia es notable en países como Canadá, Francia, Singapur, Suecia, el Reino Unido y Estados Unidos, donde en este último ya domina en el noreste con un tercio de todos los casos.
Aunque JN.1 se considera de “bajo” riesgo para la salud pública global, su rápida propagación genera preocupación, especialmente durante la temporada de invierno en el hemisferio norte, que podría intensificar las infecciones respiratorias. En el Reino Unido, se ha encontrado en aproximadamente el 7% de las pruebas positivas de COVID-19.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC) han observado que JN.1 es la cepa de COVID-19 de más rápido crecimiento en el país, lo que plantea interrogantes sobre el seguimiento de las hospitalizaciones en relación con las tendencias de aguas residuales, particularmente en lugares con bajas tasas de vacunación.
En cuanto a las vacunas, se informa que las actuales siguen siendo efectivas contra JN.1 y BA.2.86. Los CDC y la OMS enfatizan la importancia de mantener las vacunaciones al día, especialmente para aquellos con mayor riesgo de enfermedad, ya que las vacunas continúan protegiendo contra enfermedades graves y la muerte causada por variantes circulantes de SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19.
«Pirola» presenta síntomas similares a las que se han registrado con otras mutaciones del virus como son: fiebre, congestión nasal, pérdida del gusto y del olfato, tos, molestias en la garganta, dolor de cabeza, fatiga, rinorrea (goteo nasal), estornudos y dolores musculares.
