Por: Rafael Negro Blanco
Es impactante la indiferencia con la que la población desdeña la actividad política, siendo esta la mágica actividad que nos permite entendernos como personas y resolver en paz nuestras controversias.
La incredulidad que despiertan las propuestas del Presidente Maduro, y la resignación de los electores a que él se reelegira de cualquier manera fraudulenta auspiciada desde el Consejo Nacional Electoral, abona en mucho a este desencanto
Desencanto que se acrecienta cuando los dos favoritos de la mayor coalición opositora están inhabilitados, léase María Corina Machado y Enrique Capriles Radonski, sin posibilidad alguna de ser activados para la contienda electoral, porque todos entienden que el candidato del gobierno no va a facilitar lo que en criollo llamamos “una cuerda para su pescuezo”.
Para dar certidumbre a tal percepción el partido de gobierno PSUV desde la Asamblea Nacional que controla absolutamente gracias a la abstención convocada por la misma oposición en elecciones anteriores, se aseguró de movilizar al inefable Contralor de la República Elvis Amoroso, firmante de las inhabilitaciones de los favoritos opositores, para la Presidencia del CNE, como un mensaje al elector de que tales aspirantes presidenciales “no deben vestirse para ese baile electoral porque no van”.
Pienso que esa creencia generalizada en la población electoral produce el desencanto y la emoción ausente en el proceso primario. Los candidatos rankeados por las encuestas, se agrupan en opciones capaces de competir entre sí, pero pese a ello, no esperamos mayores sorpresas, ni tampoco una votación capaz de angustiar al repitiente y reprobado gobierno.
Tal cuadro electoral representa en si mismo la causa del desencanto, pero no debemos perder la fe. El gobierno no improvisa nada y presumo esperará pasado el 22 de Octubre de 2023, para procesar una fecha conveniente a su reelección, además frente a la insoslayable crisis económica y social del pais, precisa aliviar las sanciones externa y ello le obligará a respetar el lapso constitucional de seis meses de convocatoria previos a la celebración del acto electoral. Hay tiempo de sobra para salvar el juego electoral.
Saludos
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