Pepe Mujica: “no soy de izquierda ni de derecha”
“Ser de izquierda es como ser de derecha, una de las infinitas maneras que tiene el hombre de ser imbécil…Ambas son formas de hemiplejia moral”. Ortega y Gasset
Por: Carlos Raúl Hernández
A mi amiga Azucena Correa
Uruguay junto a Panamá, México, República Dominicana (Chile, con recientes traspiés) y otros, han mantenido-mantienen una dirección económica acertada y consistente. “Suiza de América” a partir de 1875, fue período de avances económicos, sociales y administrativos, la modernización impulsada por el batllismo de José Batlle y Ordoñez, basado en la exportación de materias primas (lana y carne). Como el resto de Iberoamérica, a finales de los años 50 la caravana de Cepal fue a ofrecerles industrialización sin ventajas competitivas, con préstamos externos y capitales públicos, fuerte presencia estatal; siguió los consejos y colapsó en los 80 con la crisis de la deuda.
Desde 1973 hasta su derrota y rendición en 1985, el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaro, junto a las dictaduras, perturbaron la prosperidad. Quisieron ser una guerrilla espectáculo, lo que llamaron la “violencia cortés”, sin derramar sangre, imposible porque el oficio los llevó a matar en veinte ocasiones, entre ellas, al agente norteamericano Dan Mitrione, lo que precipitó la represión. Tenían cárceles del pueblo para encerrar empresarios y políticos secuestrados, y tribunales también del pueblo, de un solo magistrado, tupamaro que ni siquiera veía al “reo” y ante quien no existían defensores. Con eso bastaba para que la guerrilla espectáculo fuera siniestra y su gracia una mueca.
La historiadora militante Clara Aldrighi dice “el MLN- Tupamaros aplicaba justicia alternativa, con sus fuentes de derecho propias…” (“justicia alternativa” … “fuentes de derecho propias”, nada menos). Bordaberry los iguala en brutalidad; apresan dirigentes históricos o importantes y los hacen rehenes. Es la suerte de Jorge Manera, Raúl Sendic, Adolfo Wasem, Henry Engler, Jorge Zabalza. Tres de ellos, José Pepe Mujica, Mauricio Rosencof, Eleuterio Fernández Huidobro, estuvieron encarcelados e incomunicados más de una década, de 1973 a 1985. La prisión mantuvo a Mujica alejado de cualquier responsabilidad personal sobre las tropelías tupamaras y fue más bien mártir y rehén: cada vez que realizaban una operación, los carceleros lo mantenían a un pozo seco de 12 metros.
Las incidencias del cautiverio las registran Álvaro Brechner en La noche de doce años y Emir Kusturica en Pepe, una vida suprema, presentadas en los festivales de Huelva y Venecia 2018. Terminadas las pesadillas dictatorial y revolucionaria, sin “trauma de prisionero”, Mujica sale a la política y luego de la brillante presidencia de Tabaré Vásquez, llega el mismo al cargo en 2010. Sin odios, con sabiduría y una humildad poco común en humanos, hace una gestión admirable. Él y su gente, junto con Lula y la suya fueron de los izquierdistas hispanoamericanos que rompieron a fondo con la matriz estupidizadora del marxismo y el socialismo y no buscaron a Dios por los rincones, ni a desenterrar populistas de placebo para perder todo y a sus países.
Uruguay se reconstruye con el programa del FMI, mantuvo la senda económica de los 80, no triunfó ningún redentor del pueblo contra la “explotación neoliberal”, “la oligarquía” y cosecha el éxito hasta hoy. Mujica despreciaba la corrupción de los Kirchner “…esa vieja es peor que el tuerto. El tuerto es más político, pero ella es más terca”. Continúa la apertura económica y la liberalización (“no es bonito legalizar la mariguana. La única adicción saludable es el amor”. Sobre el matrimonio homosexual (“no legalizarlo sería torturar a las personas inútilmente”). En las siguientes elecciones exitosamente mantiene en el poder a su partido el Frente Amplio, que gobierna hasta 2020.
Ese año triunfa Luis Lacalle Pou y mantiene las políticas económicas, diseñadas varias décadas atrás. La continuidad administrativa implica que no hay oposición salvaje, ni botan al niño con el agua sucia y así los países pueden progresar al corregir los errores. Según la nueva CEPAL (“nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”) Uruguay tiene 4%, el menor porcentaje de pobreza, los mayores niveles de ingreso per cápita, desarrollo social y alfabetización de la región. Transparencia Internacional (Índice de percepción de la corrupción: enero, 2023) sostiene que es el país menos corrupto de la región y que tiene la mayor clase media.
Sufrió crisis financiera en 2002 pero se recuperó de inmediato lleva más de veinte años de crecimiento sostenido, ligeramente importunado por la pandemia. Según la escala de The Economist sobre grados de democracia y autoritarismo, ocupa el puesto número uno de la región y es “democracia plena”, por encima de EE. UU, Gran Bretaña y Francia. Esperemos que no aparezcan vándalos a incendiar el Palacio Salvo, la Torre de las Comunicaciones, el Mercado Agrícola, o los hoteles, “capitalistas” en Punta del Este. Después no faltarán doctores en economía que escriban sobre “la verdad oculta” de Uruguay, como pasó con Chile, una vez “descubierto” que era una especie Haití o Somalia encaletada.
Uruguay, sin estruendo, dio pasos de altísima planificación estratégica que lo colocan en clara ventaja sobre otros de la punta iberoamericana sobre un asunto esencial: ¿por qué Colombia, Panamá, Chile, México, Perú, pese a años de crecimiento, no rompen lo que los economistas llaman trampa de los ingresos medios y saltan al alto desarrollo? Los demagogos culpan a los productores, a los extraterrestres, los neoliberales, o los coleópteros. Pero romper el cerco solo se logra por dos medios: o producir petróleo (y administrarlo bien) o exportar bienes y servicios de alta tecnología con calidad global, solo posible al tener una fuerza de trabajo altamente calificada.
Gran ventaja es tener una población joven, el bono demográfico, pero si esta vive de la buhonería sin trabajos de alta calidad técnica, un país no pasará esa frontera. Uruguay es el primero de Iberoamérica exportador de software, electricidad y celulosa, sin abandonar las materias primas (hay tres cabezas de ganado por cada ciudadano) y aspiran ser un parque tecnológico como la India. Tabaré Vásquez, José Mujica y Luis Lacalle Pou, superan el reflejo pavloviano del populismo, exterminan la inflación, bajan impuestos a los capitales y altas tecnologías. Fomentan la inmigración de expertos y profesionales calificados. No hubo cambios bruscos, los presidentes cumplen sus períodos, la política es tranquila y respetuosa. Gracias don Pepe. Pagaste tus errores ampliamente e hiciste el bien a tu gente.
@CarlosRaulHer