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¿Qué podría salir mal?

¿Qué podría salir mal?

Carlos Raúl Hernández

“Trump no desea un cambio de régimen”, dijo el comisionado Richard Grenell y conviene refrescar por qué. Durante 26 años despilfarraron una tras otra, esplendorosas y múltiples oportunidades de triunfar, un apoyo político y económico inconmensurable que proporcionó la comunidad internacional a “la mayor alianza de países desde la lucha contra Hitler”, repitió Guaidó. Mike Pompeo y John Bolton en sus memorias, difundieron que Trump desde su primera temporada los definió “perdedores”, incapaces de cambiar, no digamos “el régimen”, sino un bombillo, aunque fue ligero en valorar sus aptitudes financieras. Se dijo hasta las arcadas desde hace tiempo que el gobierno norteamericano no volvería con el mismo error y eso sirvió al primitivismo para soltar sus dóberman deslenguados y desdentados contra quienes los alertaban inútilmente.

Son tan sucias de mirar/ las coplas que das por ricas/ que las dan en las boticas/para hacerte vomitar” escribió Quevedo. Lo recontra confirma que cráneos Rolex, impermeables, anti shock y antimagnéticos, déjá-vu otra vez, diría Yogui Berra, llamen a abstenerse, sin que importen comunidades que hoy tienen gobiernos “de oposición”, ni los que pudiera obtener. Grenell deja incontrastable que no van a estimular guerras ni golpes y si alguien deduce genialmente por eso hay que cambiar el plan, es porque ese es el plan. Es bastante sabido que los cambios de régimen solo se producen por golpe de Estado, invasión extranjera o cuando un presidente aterrado o por acuerdo, abandona el cargo, se va al exilio y el círculo del poder se derrumba. Pero una novedosa vía a ese grimorio llamado “la transición” es la quinta columnadestruir desde dentro.

Aquí, la comienza Cecilia Sosa, cabeza de la Corte Suprema de Justicia, para darle a los revolucionarios “la constituyente” que aniquila el sistema inmunológico de las instituciones. El modelo de la quinta columna, término de Mola, general español, lo amplían más tarde los cuatro jinetes, y pasan a la historia de la ñoñería: abstención electoral para que los revolucionarios nombraran sin problemas los poderes del Estado, CNE, Tribunal Supremo, el Poder Ciudadano, reformasen cualquier ley o institución y el sistema electoral, sin “derramar” un tiro. Sin notar el desastre, los cuatro jinetes repiten la operación en las elecciones regionales para regalarlas. Por un tiempo, entre 2007 y 2015 viran la ruta y la participación electoral permitió a la opo (convertida momentáneamente en oposición) recuperar con brillo la fuerza democrática y ganar la mayoría.

Pero en 2016-17-18 los bocachancla de moda, como Arquímedes en su bañera lanzan la genialidad inmortal:  derrocar al gobierno con adolescentes de carne de metralla, la infantería (que por eso se llama así), guarimbas, trancones, “la hora cero”. Como sabemos, el único fruto enteco y venenoso de aquellos cráneos de acero inoxidable: abstención. Recientemente apareció como escolta de Edmundo González en Washington, junto a otras celebridades, un patiquín que dirigió “la guerra” de 2016-2017. Alguien le comentó entonces que sacar muchachos a la calle era muerte. Como podría haber dicho Eisenhower el “día D”, aunque jamás lo dijo, el patiquín soltó estas aladas palabras: “en toda confrontación hay bajas”. Asumen sabotear las elecciones regionales y locales, que debían ganar con cerca del 70%.

Entonces, con amigos, dirigentes opositores, decidimos reunirnos con personajes del PSUV, José VicenteAmeliach, Jaua y otros, a ver qué podía hacerse para exorcizar la amenaza de una guerra civil. Coincidieron en la idea de que estaban dispuestos a irse pacíficamente, si se daban garantías para ellos y el partido, porque no irían presos. Lamentablemente a los cabecillas de las guarimbas solo les daba el IQ para impedirnos salir de nuestras urbanizaciones e insultar a quienes proponían bajar la conflictividad. Balance, otro desastre.  En 2018 la opo tenía grandes posibilidades de ganar las presidenciales, pero deciden abstenerse y fracasar de nuevo, mientras unos colaboracionistas no acataron el gatuperio: otro aplastante triunfo del gobierno. En 2019 vuelven a lanzarse “a la calle” a derrocar “el régimen” por la fuerza y crean una nueva crisis política, con “guarimbas”, “trancones”, “hora cero” y más muertos.

Maduro comisiona a Diosdado para negociar una solución pacífica, planteada en los medios por una decena de dirigentes del PSUV, pero la encefalitis decidió que no se rebajaría a hablar con el gobierno, “porque lo vamos a sacar”. Como en 2014, 2016, 2017, nuevamente la obsesión era pedir “el quiebre militar”, una guerra civil con millares de muertos y la invasión militar extranjera, otro fracaso, como piden aún hoy en 2025. No olvido unos depravaditos en twitter, que recomendaban a las venezolanas estar “bien bañadas” para cuando llegaran los marines. En los intermedios, todos los intentos de conciliación se frustraron:  en 2014, los diálogos gobierno oposición de la Conferencia Nacional por la Paz. En 2016 convocan el Vaticano y UNASUR y en 2017 en República Dominicana; 2019 se hacen en Barbados y Noruega y 2021 al 2023 México, tiempo perdido.

Con ese prontuario son las elecciones del 28J/ 25. Desconfianza y amargura, dicterios y acciones amenazantes, odio, jamás una iniciativa de cese de hostilidades, reconocimiento de espacios, de recivilizar la política. Primarias para inhabilitados por los hechos de 2014, 2016, 2017, 2018, 2019. El triunfo recae en alguien de una acerada solidez en su petición de “quiebre militar”, invasión, abstención, “candidatura” en frontal desafío a quienes manejan el poder.  Discursos alusivos a militares disfrazados en reuniones secretas, consignas de choque para la galería: “la habilitación me la da el pueblo”, “no habrá elecciones sin mí”, “gano y cobro. Flatus vocis, según San Anselmo. Con excepciones extrañas, procesos electorales críticos para normalizar la institucionalidad, los precedieron sólidos acuerdos de convivencia y no retaliación.

He citado Chile, Brasil, Nicaragua, Polonia, México, los países del bloque ex socialista y muchos más. Impugnar la candidatura presidencial opositora es un terremoto político que forzaba conciliábulos y emergencias, llamar al Papa y a María. Una oposición con aplomo, no infantil, habría presentado alguien aceptable por el adversario. El CNE ratifica la inhabilitación, da un hachazo descomunal, pero se lo tomaron alegre, con aguakina, o no se dieron cuenta y terminamos en el asombroso, desopilante chiste de hacer candidato a un señor respetable, enfermo e impreparado, que el mismo día aclara que cubrirá la posición mientras llega el titular ¿Cómo Trump no pensaría que somos tontos? Es dadaísta que la oposición diga que habría fraude, y el gobierno que sus contrincantes no aceptarían el resultado, abriendo la ventana de Overton. Escribimos y dijimos que el ambiente anunciaba otra crisis y había que declararse en emergencia.  Perdida otra gran oportunidad, un nuevo desastre.

@CarlosRaulHer

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