El colapso de su coalición de gobierno es un momento extraordinario para Alemania, un país conocido por sus gobiernos estables. Solo ha ocurrido dos veces en los 75 años transcurridos desde la fundación del Estado moderno.
Pero, como un matrimonio que por fin ha terminado tras años de peleas, la espectacular ruptura el miércoles por la noche de la coalición tripartita del canciller Olaf Scholz era esperada por la mayoría y fue acogida con satisfacción por muchos.
Una reciente encuesta nacional reveló que la mayoría de los alemanes deseaba poner fin a la coalición “semáforo”, llamada así por los colores de los partidos que la componían: rojo para el Partido Socialdemócrata, amarillo para el proempresarial Partido Liberal-Demócrata y verde para Los Verdes. Solo el 14 por ciento seguía confiando en la coalición, según la misma encuesta.
Aunque la oposición está presionando para que Scholz termine su gobierno antes, es muy probable que el anuncio del miércoles conduzca a elecciones anticipadas en marzo, en un momento precario para Alemania tanto a nivel nacional como internacional.
Esto es lo que sabemos sobre el colapso de la coalición.
¿Cómo llegamos a esto?
El miércoles por la noche, Scholz despidió a su ministro de Finanzas, Christian Lindner, quien es el líder del Partido Liberal-Demócrata, por desacuerdos sobre el presupuesto de 2025 y la economía en general. Esto precipitó el fin de la coalición.
Al principio, la coalición tuvo éxito y tenía popularidad. Pero una sentencia del Tribunal Constitucional a finales de 2023, que prohibía al gobierno reutilizar los fondos sobrantes de la pandemia, fue el principio del fin.
Mientras que los dos socios progresistas querían gastar el dinero del gobierno para reactivar la economía y llevar a cabo su programa, el Partido Liberal-Demócrata insistía en respetar estrictamente lo que se conoce como el Cero Negro, un techo de deuda consagrado en la ley constitucional que impide tomar prestadas grandes sumas a menos que haya una emergencia.
La economía alemana empeoró y los índices de popularidad del gobierno se hundieron, lo que provocó más luchas internas. Las disputas paralizantes se convirtieron en la norma, llevadas a cabo muy públicamente a través de filtraciones en los medios de comunicación, que hicieron que la coalición fuera cada vez menos estable y popular.
¿Qué ocurrirá ahora?
El colapso de la coalición no significa, por el momento, el final del gobierno. Scholz seguirá siendo canciller, ahora en un gobierno en minoría, hasta finales de año.
Prometió convocar un voto de confianza en el Parlamento el 15 de enero. Es casi seguro que perderá la votación —sin el Partido Liberal-Demócrata ya no cuenta con el apoyo de la mayoría de los legisladores— y cuando lo haga pedirá al presidente que disuelva el gobierno y fije una fecha para unas nuevas elecciones.
Las nuevas elecciones tendrían que celebrarse en un plazo de 60 días, durante los cuales es probable que Scholz siga siendo canciller de un gobierno provisional.
Dado el tiempo que necesitan los partidos para hacer campaña, lo más probable es que el día de las elecciones sea hacia el final de los 60 días: el 9 de marzo. Esto significaría un adelanto de más de seis meses. Las elecciones ya estaban previstas para el año próximo, pero hasta el 26 de septiembre.
Mientras tanto, los socialdemócratas y Los Verdes seguirán con dificultad, pero tendrán que convencer a los partidos de la oposición para que voten a favor de sus proyectos de ley caso por caso.
En cuestiones importantes como el apoyo a Ucrania, el reforzamiento del ejército y la lucha contra la migración irregular, la oposición y el gobierno están unidos. Así que es probable que la política alemana siga siendo la misma.
En cuanto al presupuesto del próximo año, la semana que viene se enfrenta a un último obstáculo que es poco probable que supere. Pero a diferencia de Estados Unidos, donde un presupuesto bloqueado conduce a un cierre del gobierno, en Alemania el gasto ordinario continúa y ningún empleado del gobierno tiene que quedarse sin sueldo.
¿Cuáles son los riesgos?
El colapso de la coalición señala una nueva era de inestabilidad en la política alemana.
Fue una medida de la fractura del panorama político alemán que la coalición fuera la primera que requería tres partidos desde la década de 1960. Desde que llegó al poder en 2021, tras años de relativa estabilidad con la excanciller Angela Merkel, esa fractura solo se ha acelerado.
Es demasiado pronto para saber si la victoria convincente de Trump en Estados Unidos podría impulsar al partido de extrema derecha alemán Alternativa para Alemania.
En las reñidas elecciones estatales de septiembre, los partidos tanto de extrema derecha como de extrema izquierda obtuvieron los mejores resultados de su historia. Pero los partidos mayoritarios siguen considerándolos anatema, lo que ha dificultado la formación de coaliciones de gobierno en esos estados.
Estos resultados podrían presagiar una negociación entre las coaliciones igual de complicada en Berlín tras una votación nacional, aunque los márgenes políticos son menos populares a nivel nacional que en los estados del este que acaban de votar.
Incluso antes de que los alemanes lleguen a ese momento, los partidos de la oposición están presionando para que las elecciones se celebren antes, argumentando que retrasar la votación hasta marzo dejaría a Alemania a la deriva en un momento crítico en el que Trump asume el poder, la economía se estanca y la guerra en Ucrania continúa.
Sin embargo, es poco probable que Scholz haga eso, con la esperanza de que las perspectivas electorales de su partido, el Socialdemócrata, mejoren mientras tanto. Los sondeos más recientes lo sitúan en el 16 por ciento, y parece muy improbable que alcance el casi 26 por ciento que el partido obtuvo en 2021, en las últimas elecciones federales.
Pero Scholz dijo el miércoles que Alemania necesitaba claridad sobre su futuro político.