viernes, diciembre 6, 2024
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Tanto nadar en sangre para ahogarse en la orilla

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1.La Ilustración impuso en el siglo XVIII que la ciencia y la filosofía crítica derrotaban el oscurantismo, aunque el siglo XVII de Descartes, Leibnitz, Newton, Galileo, y el XIX tienen ventaja en materia de inventos y descubrimientos científicos. Aspiraban destruir los mitos, el fanatismo, la religión, la Iglesia, la superstición y las tradiciones populares en pro de la ciencia, la neteté, la luz, una superstición reciclada y la revolución francesa sintetiza el horror. Trae gran difusión del saber y las bellas artes, culto a la ciencia, que Safranski denomina “la dictadura de la razón”. Se fundan academias, sociedades de amigos, órganos de divulgación, clubes de debate, salones y sus estrellas son polemistas, ideólogos, periodistas, vedettes, divulgadores. Voltaire, Diderot, Rousseau, escritores brillantes, no son filósofos sistemáticos comparables con Kant, Fichte, Schelling, Hegel. En el siglo pasado, Ferrater Mora descompone con gran utilidad, el término irracionalismo en arracional, infrarracional, suprarracional, antirracional: ¿cómo se puede pensar contra la razón? En el medievo el criterio de verdad es la autoridad -bastaba que lo hubiera escrito San Tomás- y por eso Kant dice que la ilustración “es el fin de la minoría de edad del hombre. 2. El fin de su incapacidad para utilizar la razón sin que otros lo dirijan” … “atrévete a saber” y que “Hume lo despertó del sueño dogmático”, lo que contribuye a explicar la revolución de su pensamiento.

2. La “mayoría de edad”, el uso de razón, se origina en Descartes, pero toma formas y descendencias contradictorias. Los jacobinos hacen tabula rasa de lo que existía, comenzando por la vida. Robespierre destruye las instituciones creadas por la revolución, suspende la constitución, los Derechos del Hombre, implanta el terror, el “culto al Ser Supremo” y a “la Diosa razón”. Hace las iglesias establos, cambia la nomenclatura de los días, meses y decreta el año I de la revolución. Decapita 30 mil personas, entre ellas, por mera crueldad, al intrascendente Luis XVI y a María Antonieta, sólo una frívola. Ordena el genocidio de 200 mil en La Vandée, y termina él mismo en una muerte terrible, para provocar el golpe de Napoleón, la contrarrevolución y que la Séptima Coalición restaure la monarquía con Luis XVIII: tanto nadar en sangre para ahogarse en la orilla. Asesinan en una década miles de veces más personas que la Inquisición española en siglos. La Ilustración de Escocia, por el contrario, rechaza extremismos, Adam Smith y David Hume los cuestionan y defienden que las creencias, los sentimientos, los mitos y las pasiones son consustanciales a la vida humana. La ilustración alemana se encarna en un autor semi olvidado, el dramaturgo, poeta, promotor teatral, Gotthold Lessing, mientras Rousseau en Francia es un pensador bifronte, de imprecisa estructuración teórica, a veces contradictoria.

3. Es al mismo tiempo anti ilustrado por su anticulturalismo, su odio al progreso, al arte, al mundo urbano, su culto al primitivismo y por novelista sentimental en La nueva Eloísa. Ilustrado por su republicanismo, precursor de la revolución, entre sus categorías más conocidas, la voluntad general es brumosa para que unos la conciban precursora de la democracia y otros del totalitarismo. Hijo dilecto de las luces es Marx, quien aspira crear una sociedad organizada racionalmente, erradicar las pasiones, el egoísmo, el opio del pueblo, el lucro, las diferencias, para que todos seamos iguales y felices. La suprarracionalidad desconoce que todo progreso es parcial y comporta nuevos problemas. La Declaración de Derechos de Virginia (1776) inspira en Francia la Declaración de los Derechos del Hombre (1789) y comienza la lucha por extenderlos a la otra mitad del género humano, las mujeres. Kant es figura estelar de la Ilustración, pero ese no es el inmortal, porque si fuera por las obras de esa etapa, no se recordaría: los Sueños de un visionario y Observaciones sobre el sentimiento de lo sublime y lo bello, reportaje sobre las diferentes naciones europeas: el apasionamiento, la bondad, extravagancia, honradez, valor, altivez, las corridas de toros, de los españoles; amaneramiento de los franceses, valentía de los italianos, capacidad reflexiva de los alemanes. Tampoco Goethe romántico de Werther es el mismo de Fausto.

4. No es para nada absurdo o incompresible que contra la Ilustración y los desmanes en Francia, surja una concepción de mundo, el vitalismo que contiene en sí la reacción romántica. Es antirracional, un ataque a la razón que la entiende camisa de fuerza contra la vida, la naturaleza humana, lo apolíneo contra lo dionisíaco. El romanticismo alemán comienza antes con el movimiento sturm und drang, emparentado con la filosofía de Fitche, Schelling, Hamann, Herder, los hermanos Schlegel, una reacción contra Descartes, Francis Bacon sus respectivas derivaciones, Spinoza, Leibnitz y el racionalismo práctico británico, la inducción experimental, el empirismo, la observación, con John Locke (XVII) y David Hume (XVIII). Descartes construye su método a partir de la geometría analítica y de las coordenadas cartesianas, que él creó y conducen a lo indudable. Dudar es pensar, existir y el hombre es res cogitans. Dos teólogos, Friedrick Jacobi, creador del término nihilismo y Moses Mendelssohn, llamado el Sócrates alemán, cruzan opiniones sobre el desaparecido Lessing, y Jacobi disipa las “sospechas”, cada vez más generalizadas, al acusarlo directamente de spinozismo, de no defender la existencia de Dios sino el subterfugio de “Dios es la naturaleza”, un ateísmo sutil. Según Jacobi es un exabrupto de Baruch Spinoza basar la fe en la razón, porque la religión no es debate sino fe, como decían muchos escolásticos.

5. Hay otro arranque del irracionalismo moderno cuando Kierkegaard dice, como Guillermo de Ockham, que “la fe subordina a la razón” y “Abraham sacrifica a Isaac porque sí”. “Creo porque es absurdo”, decía Tertuliano, el apologeta. Panteísta y teísta eran graves es acusaciones en la intensidad del pietismo, el antirracionalismo y el romanticismo. Para Baruch Spinoza Dios creó el mundo, pero no intervenía en él, yendo más lejos que Lutero, porque el cristianismo debía descartar la Iglesia, también las Escrituras. Dios y la naturaleza eran lo mismo, El estaba en cada objeto, aunque carece de conciencia y arbitrio, no se involucra en su creación y por eso existen el mal, los desastres, las desgracias, al lado de sus maravillas. Kant insurge epítome del pensamiento occidental con la Crítica de la razón pura (1781), la Crítica a la razón práctica (1788) y la Crítica al juicio (1790), obras que zanjan debates filosóficos de entonces y casi que hasta hoy. La Crítica de la razón pura desmorona la ilustración alemana, el racionalismo, y también al pietismo, cuando demuestra que la mente no es capaz de comprender el noumeno, la cosa en sí, el ser, el infinito, aunque puede acceder al fenómeno que percibe nuestro aparato cognoscitivo. Hume “había despertado” a Kant “de su sueño dogmático”: “ser es ser percibido” y en el caos de las percepciones, intuiciones e ideas, “el conocimiento es el entrecruzamiento de sensaciones en la memoria”.

6. Inicialmente recibieron la Crítica de la razón pura el silencio, la indiferencia y el autor se afana (¿se afanaba Immanuel?) en escribir un texto explicativo, Prolegómenos a toda metafísica futura (1783). En la “Dialéctica trascendental”, tercera parte de esta primera Crítica… centrada en que podemos conocer el mundo. Sin ser ateo, Kant desaloja Dios de la epistemología, porque, atemporal e infinito, no es objeto científico, pero lo recupera en la Crítica de la razón práctica y en Sobre el uso de los principios teológicos y la filosofía, al mediar entre el irracionalismo pietista y el racionalismo que ubica a Dios en el sistema filosófico. Los tres fundamentos de la ética, son: el yo, confluencia de deberes, derechos y dignidad, el mundo, orden moral justo; y Dios integra justicia y felicidad porque en el mundo real a los justos les es muy difícil ser felices. “Dos cosas llenan mi ánimo de creciente admiración y respeto, mientras más reflexiono en ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí”. Kant, como muchos de sus contemporáneos, comete errores de apreciación política con la revolución francesa.

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