Primero ocurrió lo de Rojas, no tan sorprendente porque no fue en su prueba, el triple salto, sino en la longitud, que se le empieza a hacer bola. La venezolana enlazó un nulo, un salto de 6,52 metros y otro de 6,61m, con ligero viento en contra, y cuando se quiso dar cuenta no podía competir más porque era 10º y no tenía derecho a pasar a la mejora.
Sí lo hacía Fátima Diame, compañera del grupo de Iván Pedroso, que hasta el final estuvo peleando por el sexto intento que la Liga de Diamante reserva solo a las tres mejores. La valenciana no se lo ganó, pero voló en el tercer intento hasta 6,74 metros, su salto más brillante logrado en el extranjero, que le otorgó un quinto puesto en la victoria de la italiana Larissa Iapichino con 6,95m, marca personal para la reciente campeona de Europa sub-23.
Pero hablábamos de Yulimar Rojas y su gafe con el salto largo. En 2021 saltó en La Nucía (Alicante) 7,27 metros, pero un viento excesivo de +2,7m/s lo invalidó. En 2022 voló a 6,93m en Guadalajara, pero aquello tampoco valió porque usó unas zapatillas de triple salto, que World Athletics no permite en la longitud. El caso es que aunque nadie duda que en sus piernas tiene más de siete metros legales, quién sabe si el viejo récord mundial de 7,52 metros de la soviética Galina Chistyakova, la venezolana es incapaz de alcanzar la mínima mundial directa de 6,85m que le permita buscar un doblete inédito longitud-triple tanto en el Mundial de Budapest como en los Juegos Olímpicos de París.