Emil Iriarte es un ilustre sonero de San Agustín del Sur; compone letras que reflejan la vida en todas sus facetas
Rosibel Cristina González
La clave salsera se escuchaba desde cualquier rincón del barrio de San Agustín del Sur. A mediados de los años 70 los muchachos aprovechaban ramas de árboles secos, palos, botellas, el concreto, el suelo, un tobo, perolitos con semillas y todo aquello que sirviera para acompañar la improvisación.
Entonces la salsa brava y sus exponentes puertorriqueños ocupaban los primeros lugares en las emisoras locales.
Los chicos crecieron y adoptaron el género. De cada esquina surgían agrupaciones, letras propias que coreaban a viva voz.
Pero había un niñito en la familia Iriarte Caraballo que contemplaba el espectáculo desde la ventana de su primera casa, situada en La Vuelta del Casquillo. Ante tantos permisos negados, decidió escaparse para ver de cerca y formar parte del movimiento cultural que daba sus primeros frutos.
Así comenzó Emil Enrique Iriarte Caraballo, el moreno cuya voz resaltaba en los coros de las esquinas, la cancha, la avenida principal y cualquier otro rincón de San Agustín del Sur.
Emil se hizo sonero, pero también tenía otra pasión: las motos y con ello, el deporte extremo a motor.
Su primera moto la compró a los 15 años de edad, una Suzuki 100 “se la compré a un amigo, usada y me costó 700 bolívares, con esa moto aprendí, alcancé una habilidad increíble. Me destaqué en las piruetas y fui reconocido entre las barriadas, hasta competí y logré buenas posiciones”, relató.
Manifiesta con entusiasmo los pasos que siguió su hijo mayor en esta disciplina. “ Mi muchacho, Paúl Iriarte ha sido galardonado en competiciones de motos, ocupando lugares que hoy día me enorgullecen, porque sus inicios fueron humildes”, expresó.
Mas adelante, Emil combinó sus dos pasiones: la salsa y las motos.
En cada cuadra, la gente le llama el salsero motorizado, porque para Emil “primero la profesión y después el oficio”. “Así me dicen, porque además llevo un mensaje a las generaciones futuras que no debemos descuidar; uno es el carril por donde ellos transitan, y quiero que mi mensaje de vida les llegue”, dijo.
Emil vende repuestos de motos, eventualmente traslada a clientes de confianza, y cuando hace alto en la luz roja de un semáforo, emite mensajes de prevención “dale paso a la señora, espera que cambie la luz, señor use las luces de cruce”.
Cuenta que una vez presenció un accidente. Un motorizado cayó durante la lluvia y fue arrollado por otro vehículo. “Estacioné y fui a ayudar a los bomberos, recogí ramas que cayeron con la lluvia y obstaculizaban el tránsito, ayudar en la vía es algo que no puedo dejar pasar. Quiero precisar que no estoy de acuerdo cuando los motorizados se refugian en los túneles, impidiendo el libre tránsito de los que andan en carros. No podemos tomar acciones con arbitrariedad, porque no es solo el tiempo de uno, sino también del resto. Por eso compuse la canción Respeta mi tiempo”.
*“Soy un sentimiento hecho canción”*. Emil dice que cada letra escrita corresponde a un pasaje de su vida: un sentimiento, un sufrimiento. “Mi primera canción se tituló Era Una Noche de Amor, producto de una relación que no funcionó”.
Luego compuso Yo Sí Soy Motorizado, considerado hoy día el himno del gremio. “Tú no te metas conmigo que yo soy motorizado, respétame mis derechos, yo soy un buen ciudadano. El otro día funcionario, me quisiste detener, yo no me meto con nadie y eso no debe de ser. Para eso existen las leyes, también la Constitución, pagando por un camino, por un futuro mejor”.
Emil suma ocho grabaciones, y reconoce que la industria musical en el país es cuesta arriba. “No hay cabida en las emisoras, es una industria muy competitiva y excluyente para el talento nacional. Existen emisoras que siguen colocando salsa de los grandes sí, pero aquí tenemos talento del bueno”.
El sonero de San Agustín está próximo a grabar otro tema titulado Señora Chévere “Señora Chévere, qué cuerpo tiene usted, me impresiona cada vez que yo la miro a usted”.
Es necesario un proyecto de educación vial
Para el salsero motorizado urge la necesidad de plantear un proyecto de educación vial. “Se trata de andar en la vía con todos los sentidos bien puestos y enfocados, se trata de conducir para todos, con consciencia, pensando en la vida del otro, respetar las vías de cruce, lo semáforos, hay tantas cosas que deben reforzarse, tantos escritos en las leyes de tránsito, pero debe haber algo más que eso, es como si nos viéramos en la necesidad de crear una escuela para impartir clases de educación vial. La culpa no es solo del motorizado”, puntualizó.
Finalmente, Emil extendió una invitación para el gran evento salsero que se llevará a cabo en San Agustín del Sur, el próximo 18 de noviembre y que reunirá a los máximos exponentes del género. “Pondré mi moto en la tarima”, concluyó.
