(Erase 2014. Estos episodios de subnormalidad ocurrieron mucho después de la caída del muro de Berlín) España vivió en paz gracias a los pactos de la Moncloa en 1977 y la Constitución de 1978, un proceso de estabilidad política y una transición de verdad, que según ejemplo venezolano posterior a la caída de Marcos Pérez Jiménez. Entre 1931 y 1936, el líder del PSOE, Francisco Largo Caballero amenaza (“Si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia”. 10/2/1936) e impulsa la horrenda guerra civil. El milagro político reconcilia a los culpables vivos de crímenes terribles, “La Pasionaria” Dolores Ibarruri, Santiago Carrillo; el PSOE que viró con Felipe González desde el estalinismo. Con el Partido Popular, P.P, una fuerza entonces liberal-conservadora, estabilizaron el statu quo, que llamaban PPSOE y la noche quedó atrás por décadas de convivencia y olvido, hasta que un gobierno de izquierda desentierra los muertos con la Ley de Memoria Histórica de 2007, para falsificarla. Con problemas económicos corrientes, locales y globales, avances y traspiés, la democracia nueva, exitosa, modernizó al país aceleradamente y “el nuevo tigre europeo” tomó las portadas de las grandes revistas.
La crisis financiera mundial entre 2008-2014 y errores en política económica, desovan el gusano de la manzana, un brote populista de clase media, antipolítica, turbulenta, antisistema, el 15 de mayo de 2011, 15M: “los indignados” universitarios, con prédica facilista y moraloide que explota lo pedestre de los problemas y consignas ramplonas como soluciones. Se desborda en las calles la ultraizquierda, profesores y estudiantes cultores de los tiros en la nuca de ETA, la leyenda negra, enemigos de la unidad nacional y del “imperialismo de Castilla”, que “sojuzgó” Cataluña, las Vascongadas, Galicia, Andalucía y a quienes el término España les suena franquista. Posmarxistas, animalistas, indigenistas, autonomistas, pansexualistas, feminazis, pederastas, queer, veganos, ambientalistas, el poscomunismo en carne y hueso: el líder del momento, Pablito Iglesias. Como toda agrupación de políticos novatos, ignoran las normas elementales del oficio, pero también ignoran que ignoran y pronto se estrellaron con su comedia de superioridad moral de verbo salvífico, escatológico y lupanario. Entrenamiento político esencial es convivir con ideas opuestas, lo que desconoce los adolescentes eternos de Podemos, divididos por el ego, que no pasaron la prueba de tolerarse siquiera entre sí.
La primera cabeza en la cesta es del ecofriendly Iñigo Errejón, una de cuyas frases memorables es “la. transición será ambientalista o no será”. Hoy reviven su conocida rijosidad y manoseos y le dan una actualidad sospechosa. Luego Teresa Rodríguez, filóloga, diputada, profesora, líder del movimiento Anticapitalista de Andalucía, con una esplendorosa figura que exhibió sin bikini en la playa, aunque días después aparece la carta anónima y pícara de una mujer que declaraba ser la de la foto. Juan Carlos Monedero se mantiene tan cerca como le conviene y tan lejos como puede del aparato. Pablo Iglesias, deja el partido y se dedica a “empresario” de medios de comunicación, luego de una salida penosa de la vicepresidencia de España y de que Isabel Díaz Ayuso pulverizara su candidatura a la presidencia de Madrid. Yolanda Díaz liquidó a Podemos por encargo de Pedro Sánchez. El filósofo Miguel Urbán afirma que “España no existe” y Pablo Iglesias que “no menciono a España porque solo soy patriota de la democracia” y “al independentismo catalán se le podrán hacer muchas críticas, pero no es violento, es democrático y por lo tanto no es legítimo combatirlo con el derecho” (lo legítimo sería dividir el país).
Los podemitas, con sentido común de gallina anti hispánica, reivindican Al-Andalus, la península bajo dominio árabe, y lamentan su fin en 1492. España se constituye con los valores del cristianismo contra las teocracias orientales y separa el poder temporal del eclesiástico, un principio esencial. De no haber desalojado a los bereberes, ni construido España, los ibéricos andarían en batolas y chancletas, rezando cinco veces al día y Teresa Rodríguez no hubiera podido deslumbrar en Marbella porque la matan a pedradas. El esplendor de la cultura musulmana ya había declinado en el siglo XV y la civilización cristiana la supera ampliamente, surge el imperio español y Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, el punto de partida del nuevo mundo. Una vez me tope un profesor podemita que odiaba a Isabel la Católica como si fuera del PP, por haber echado a los moros. Le dije que sin Isabel no hay España, que sería hoy parte de Marruecos. Me miró desconcertado y gruñó algo que debió ser “neoliberal” o· “fascista”, lo único que se le ocurre al populacho podemita y sesoseco.
En una de sus primeras intervenciones en el congreso, Iglesias dijo a gente, mucha de ella de decencia comprobada, lo que muchos dicen de él: “señorías: Uds. ni siquiera son fascistas, son unos parásitos”. Esa fauna “indignada”, marcusiano-foucaultiano-sartreana con cincuenta años de retraso, demuestra la dudosa condición de las facultades de ciencia social, más bien centros de adoctrinamiento. Podemos es el nóumeno de resentidos inexplicables que gozaban de las maravillas de la sociedad democrática. Eran libres con sus ideologías extravagantes, totalitarias y simplistas, podían detestar el kapitalismo, adorar a Castro y al Che, colocarse al margen de la sociedad, contra ella y en la facultad de Somosaguas te sentías en Saigón 1975. Los grupos “indignados” pedían huelga general para derrocar al orden y crear una “verdadera democracia”. Pero su performance era también asombrosamente trumpista, contra el “Estado profundo”, los ricos, banqueros, políticos, partidos, e intelectuales del sistema, etc., etc., etc. e irrumpen en las “acampadas” de 2011 en la Puerta del Sol, donde hoy reina Ayuso. En 2020 toman el Capitolio de Washington y saquean los edificios públicos en Brasilia. Antipolíticos de derecha e izquierda, deja vu del mayo francés y de sí mismos.
Un rayo esperanzador comprometía la sobrevivencia de Podemos. Si un partido lanza consignas ideológicas y moralistas en una crisis económica, es impermeable a los problemas de la gente normal. Una vez en el gobierno, promueven leyes ideológicas o ideolocas, también contra las personas normales: Ley trans, Si es si, Ley de protección animal, reducción de penas al golpismo con el PSOE a rastras. Entre los trabajadores y los okupas de viviendas, se ponen del lado de éstos y sustituyen el feminismo real por lobby feminazi y pierden las mujeres, los trabajadores, las víctimas de ETA, los que se sienten españoles. A pesar de que varias veces Pablo Iglesias se definió comunista, quiso ser hábil y su partido hablaba de “más democracia” … “contra la casta”, un mensaje hiperdemocrático de camuflaje. Al comienzo propusieron la constituyente revolucionaria, pero comprendieron que eso no tenía futuro y saltan de cuestionar la constitución del 78, a utilizarla para el independentismo. Finalmente abandonan esa estrategia de degeneración constitucional, originada en el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) de Valencia, donde se “formaron” doce diputados de Podemos, el propio Iglesias, Errejón y Monedero.
Su “teoría constitucional revolucionaria y emancipadora” rodó por América Latina, en pos de estados plurinacionales e indigenistas. Podemos, en su documento fundacional de 2014, Mover fichas. De la indignación al cambio político dice “a partir de mañana comienza a escribirse el fin de los partidos de la casta”. Después de su paso por el gobierno, ese “fin” está más bien lejos y terroríficamente cerca el de Podemos. Hoy sabemos para qué servían “los honestos jóvenes”. Quebraron España, que no colapsa gracias a las transfusiones financieras de la U.E, ya que las consecuencias serían terribles. Del brillante PSOE de González queda esta morisqueta. Instauraron el insulto y el odio como lenguaje político y el país queda de nuevo al borde de un precipicio. Dijo Iglesias que “en política no gana quien tiene razón, sino quien tiene éxito” y afortunadamente él no tiene ninguno de los dos.