Un grupo no remunerado de multimillonarios, ejecutivos tecnológicos y algunos discípulos de Peter Thiel, un poderoso donante republicano, se preparan para ocupar puestos no oficiales en el gobierno de Estados Unidos en aras de la reducción de costos.
Mientras el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por su sigla en inglés) del presidente electo Donald Trump se prepara para luchar contra el gasto “despilfarrador”, también se dispone a enviar a personas vinculadas a sus codirectores, Elon Musk y Vivek Ramaswamy, a organismos de todo el gobierno federal.
Después del día de la toma de posesión, el grupo de ingenuos reclutas influenciados por Silicon Valley se desplegará en toda la colección de agencias de Washington. El objetivo es que la mayoría de las grandes agencias cuenten con dos representantes del DOGE a fin de reducir costos, como hizo Musk en X, su plataforma de redes sociales.
Esta nota se basa en entrevistas con aproximadamente una docena de personas que tienen conocimiento de las operaciones del DOGE. Hablaron con The New York Times bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a hablar públicamente.
En vísperas de que Trump regrese a la presidencia, la estructura del DOGE sigue siendo amorfa y confidencial. Las personas involucradas en la operación dicen que es primordial que se mantenga en secreto y se eviten filtraciones, y gran parte de su comunicación se lleva a cabo en Signal, la aplicación de mensajería cifrada.
Trump ha afirmado que la iniciativa impulsaría un “cambio drástico” y que la entidad proporcionaría asesoramiento externo sobre cómo recortar gastos superfluos. El DOGE por sí mismo no tendrá potestad para implementar los recortes, ya que esa facultad le corresponde al Congreso. Pero se espera que proporcione recomendaciones sobre programas y otras áreas a recortar.
Sin embargo, algunas partes de la operación ya se están definiendo: muchos de los ejecutivos involucrados esperan trabajar como voluntarios un periodo de seis meses en el gobierno federal antes de volver a sus trabajos bien pagados. Musk ha dicho que no recibirán ninguna remuneración —una condición inaceptable para algunos ejecutivos tecnológicos inicialmente interesados— y que él les ha pedido que trabajen 80 horas semanales. Algunos, incluido posiblemente Musk, serán los llamados empleados especiales del gobierno, una categoría específica de trabajadores temporales que solo pueden trabajar para el gobierno federal durante 130 días o menos en un periodo de 365 días.
En su mayoría, los representantes serán enviados a las agencias federales. Tras algunas consideraciones por parte de altos funcionarios, es poco probable en este momento que el DOGE se constituya como entidad externa organizada o sin fines de lucro. Más bien, se piensa que podría existir como una marca para un grupo interrelacionado de líderes con aspiraciones que forman parte de chats grupales y son leales a Musk o Ramaswamy.
“Los cínicos del grupo dirán: ‘Ah, son multimillonarios ingenuos que quieren entrar a la pelea’. Pero el otro lado dirá que esto es un servicio a la nación como el que se vio más típicamente en la fundación del país”, comentó Trevor Traina, un empresario que trabajó en el primer gobierno de Trump con asociados que han considerado unirse al DOGE.
“Los amigos que conozco tienen vidas tremendas”, aseguró Traina, “y aceptan trabajar gratis durante seis meses, dejar a sus familias y poner manos a la obra para intentar cambiar las cosas de verdad. Se puede ver así también”.
Los líderes del DOGE han dicho a otros que el puñado de personas que no sean destinadas a las agencias se alojaría dentro de la Oficina Ejecutiva del Presidente en el Servicio Digital de Estados Unidos, que fue creado en 2014 por el expresidente Barack Obama para “cambiar la estrategia de nuestro gobierno en torno a la tecnología”.
También se espera que el DOGE tenga un despacho en la Oficina de Administración y Presupuesto, y los funcionarios también han considerado la posibilidad de formar un grupo de expertos que no pertenezca al gobierno en el futuro.
Los amigos de Musk han estado involucrados muy de cerca en la elección de las personas destinadas a diversas agencias. Entre los que han realizado entrevistas para formar parte del DOGE figuran los inversionistas de Silicon Valley Marc Andreessen, Shaun Maguire, Baris Akis y otros que tienen una conexión personal con Musk. Algunos de los que han recibido la Thiel Fellowship, una prestigiosa beca financiada por Thiel que se concede a los jóvenes emprendedores que prometen no ir o abandonar la universidad para convertirse en empresarios, participan en la programación y las operaciones del DOGE. Conseguir que alguien los presente con Musk o Ramaswamy, o sus círculos íntimos, ha sido una forma clave de elegir a los líderes para su despliegue.
Estos reclutas son asignados a agencias específicas en las que se cree que tienen experiencia. Otros miembros del DOGE llegaron ahí tras llamar la atención de Musk y Ramaswamy a través de X. En las últimas semanas, la cuenta del DOGE en X ha publicado solicitudes para contratar un “número muy reducido” de puestos asalariados de tiempo completo para ingenieros y funciones administrativas como recursos humanos.
El equipo del DOGE, incluidos los ingenieros asalariados, trabaja principalmente en un edificio de cristal de las oficinas de SpaceX en el centro de la ciudad, a pocas manzanas de la Casa Blanca. Algunas personas cercanas a Ramaswamy y Musk esperan que estos ingenieros del DOGE puedan utilizar la inteligencia artificial para encontrar oportunidades de reducción de costos.
La iniciativa más amplia está a cargo de dos personas con trayectorias muy distintas: la primera es Brad Smith, empresario del sector de la salud y exfuncionario de alto rango de salud durante el primer mandato de Trump, muy cercano a Jared Kushner, yerno de Trump. Smith ha fungido en la práctica como director del DOGE durante el periodo de transición, centrándose especialmente en la contratación, sobre todo de los trabajadores que se incorporarán a las agencias.
Smith trabaja en estrecha colaboración con Steve Davis, colaborador de Musk desde hace dos décadas y ampliamente considerado como representante de Musk en todos los asuntos. Davis está presente cuando Musk llama a expertos para hacerles preguntas sobre el presupuesto federal, por ejemplo.
Otras personas involucradas son Matt Luby, jefe de personal de Ramaswamy y amigo de la infancia; Joanna Wischer, funcionaria de la campaña de Trump; y Rachel Riley, socia en McKinsey que trabaja estrechamente con Smith.
A pesar de contar con todas esas personalidades, muchos especialistas en el presupuesto se han mostrado muy escépticos sobre la iniciativa y sus ambiciones de reducción de costos. Musk dijo en un principio que la iniciativa podría resultar en “al menos 2 billones de dólares” en recortes del presupuesto federal de 6,75 billones de dólares. Pero los expertos consideran que ese objetivo sería difícil de alcanzar sin recortar programas populares como la Seguridad Social y Medicare, que Trump ha prometido no recortar.
Tanto Musk como Ramaswamy reformularon lo que podría significar el éxito. El mes pasado en X, Ramaswamy hizo hincapié en la desregulación impulsada por el DOGE, diciendo que la eliminación de regulaciones podría estimular la economía y que “el éxito del DOGE no puede medirse solo a través de la reducción del déficit”.
Y en una entrevista la semana pasada con Mark Penn, presidente y director ejecutivo de Stagwell, una empresa de mercadotecnia, Musk restó importancia al ahorro potencial total.
“Intentaremos alcanzar los 2 billones de dólares, creo que es el mejor de los casos”, afirmó Musk. “Hay que tener algo de margen superior. Creo que si lo intentamos por 2 billones de dólares, tenemos una buena oportunidad de conseguir uno”.