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Por SAMYA KULLAB undefined
KIEV, Ucrania (AP) — La asombrosa incursión de Ucrania en la región fronteriza rusa de Kursk fue una apuesta audaz para los comandantes militares del país, quienes decidieron usar recursos limitados en un riesgoso asalto contra un enemigo nuclear sin ninguna garantía de éxito.
Tras las primeras señales de progreso, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy rompió su silencio y detalló los avances diarios ante la ciudadanía agobiada por la guerra. Para el miércoles, las autoridades ucranianas dijeron controlar 1.000 kilómetros cuadrados (386 millas cuadradas) de territorio enemigo, incluyendo por lo menos 74 asentamientos, y haber capturado a cientos prisioneros de guerra rusos.
Pero una semana después de iniciada la ofensiva, el objetivo sigue siendo un misterio: ¿Quiere Ucrania retener esos territorios, adentrarse más en territorio ruso o retirarse?
Lo que ha quedado claro es que la incursión ha cambiado la realidad en el campo de batalla. El éxito de la ofensiva relámpago ha dejado al desnudo las grietas en la armadura de su poderoso enemigo. El ataque además lleva el riesgo de agravar las debilidades de Ucrania, que ahora tiene que invertir más recursos en ese lugar, en momentos en que los comandantes militares están cortos de personal.
Para realizar su incursión, Kiev sacó batallones de múltiples brigadas, algunas de zonas del frente donde los avances rusos continúan. Hasta el momento, la ventaja estratégica de Moscú ha permanecido intacta.
“Estrechar el frente de batalla para nosotros es también estrechar el frente de batalla para el enemigo”, dijo el comandante del 14to Regimiento de Sistemas de Aviación No Tripulados, quien participó en la primera fase de la ofensiva. “Pero nosotros nos preparamos cuidadosamente para esta operación. Los rusos no estaban para nada preparados para esta operación”.
El comandante habló a condición de anonimato, usando solo su nombre código, Charlie, ateniéndose a las normas del ejército ucraniano.
A medida que la ofensiva entra en su segunda semana, las fuerzas ucranianas están esparciéndose en varias direcciones desde el pueblo ruso de Sudzha.
Imágenes del frente de batalla, de columnas de armamentos rusos destrozados, recuerdan a las tomadas tras las exitosas contraofensivas ucranianas en 2022 en Jersón y Járkiv. Han servido además para levantar la moral del país, desinflada tras la fracasada contraofensiva del verano de 2023 y las recientes pérdidas territoriales en el este.
Pero algunos analistas se han reservado juicio en cuanto a si Kursk es la región más idónea para la ofensiva. El número de soldados operando allí ha sido estimado en entre 5.000 y 12.000.
En espacio de una semana, Ucrania aseguró haber capturado casi tanto territorio ruso en Kursk como el territorio ucraniano que las fuerzas rusas han tomado en los últimos siete meses, según el Instituto para el Estudio de la Guerra, una institución académica basada en Washington.
Las autoridades rusas reconocieron los avances ucranianos, aunque afirman que son menores. Aun así, han evacuado a unas 132.000 personas.
Cientos de prisioneros de guerra, con los ojos vendados, fueron llevados en camiones en la primera fase de la ofensiva relámpago. Podrán ser usados en futuros canjes de prisioneros, para liberar a miles de soldados y civiles ucranianos capturados.
El miércoles, el ómbudsman ucraniano de derechos humanos Dmytro Lubinets dijo que los combates en Kursk habían llevado a su contraparte rusa, Tatyana Moskalkova, a iniciar una conversación sobre canjes de prisioneros, la primera vez que una solicitud de ese tipo viene de Rusia.
Políticamente, la incursión le volteó el tablero a Rusia y trastocó los términos de un conflicto en que Ucrania parecía destinada a tener que aceptar términos desfavorables para un cese al fuego. Sirve también como ejemplo de la determinación ucraniana y como mensaje a los aliados occidentales que han dudado sobre entregar armas a Ucrania para ataques más profundos dentro de territorio ruso.
El asalto demostró que el temor de cruzar “líneas rojas” rusas que puedan llevar a una guerra nuclear “es un mito, y que las fuerzas ucranianas curtidas en la guerra siguen siendo una potencia formidable”, escribió Taras Kuzio, profesor de ciencias políticas de la Universidad Nacional Kyiv-Mohyla.
El asesor presidencial ucraniano Mykhailo Podolyak sugirió que la incursión podría fortalecer la mano de Ucrania en futuras negociaciones con Rusia. Ocupar partes de territorio ruso antes de unas negociaciones para un cese al fuego podría beneficiar a Ucrania.
Si bien los combates continúan, el territorio actualmente bajo control ucraniano, de por sí, no tiene gran valor económico ni estratégico.
“Hay alguna infraestructura gasífera importante en el área, pero su utilidad probablemente es limitada más allá de una ficha de negociación menor. Los ucranianos además han cortado una ferrovía que va de Lgov a Belgorod”, dijo Pasi Paroinen del Black Bird Group, una agencia de inteligencia basada en Finlandia que monitorea la guerra.
Las bases militares importantes están lejos del teatro de operaciones, y los avances ucranianos probablemente se irán frenando a medida que Rusia envíe más refuerzos.
Funcionarios ucranianos dicen que no tienen intención de ocupar Kursk, pero podrían tratar de crear una zona de amortiguamiento para proteger a localidades en la zona fronteriza de Sumy de los implacables ataques de artillería rusos y para bloquear las líneas de suministro al noreste.
Obligar a Rusia a desplegar reservas que iban a ir a otras zonas del frente de 1.000 kilómetros (620 millas) era el objetivo mínimo, dijo Charlie, el comandante. Pero hasta el momento, el enfoque ruso en la región de Donetsk no ha cambiado.
Algunos soldados ucranianos fueron sacados precisamente de esos frentes, donde la escasez de tropas fueron un factor en la pérdida de territorio en meses recientes.
En la zona estratégicamente importante de Pokrovsk, donde Rusia ha estado concentrando su ofensiva, los soldados han visto escasas mejoras desde que empezó la incursión en Kursk.
“No ha cambiado nada”, dijo un soldado que por normas militares solo puede ser identificado por su nombre código, Kyianyn. “En todo caso, lo que he visto es un aumento en las acciones ofensivas rusas”.
Pero la incursión “demostró que ellos no pueden ni defender su propio territorio”, comentó. “Todos nosotros aquí estamos inspirados. Muchos de nosotros queríamos ir a Kursk y empujar a los rusos hasta el Kremlin”.
Atacar al Grupo Militar Norte de Rusia, que alimenta al frente de Járkiv, es uno de los principales objetivos, dijo Konstantin Mashovets, un experto militar ucraniano. Algunas unidades rusas al parecer se han trasladado de Vovchansk a Járkiv.
En el sur, una pequeña cantidad de unidades rusas fue replegada de las regiones de Jersón y Zaporiyia, dijo Dmytro Lykhovii, vocero del grupo operativo Tavria. Pero ello no ha incidido en los ataques rusos.
“Incluso hemos visto un aumento en la actividad (rusa)”, indicó Lykhovii.
El operativo en Kursk también ha desviado la atención del frente oriental, donde decenas de miles de ucranianos han sido muertos o heridos, y donde el ejército ucraniano se ha esforzado por reparar grietas en sus defensas.
La mayoría de las pérdidas territoriales en junio y julio fueron en el área de Pokrovsk, cerca de un centro de logística, con luchas intensas cerca de los pueblos de Toretsk y Chasiv Yar.
Las fuerzas rusas incrementaron esos ataques a fin de aprovechar la fatiga de la tropa ucraniana y su desventaja numérica. En muchas ocasiones, las pérdidas se debieron a rotaciones de personal inoportunas o errores que arrojaron dudas sobre la estrategia de la comandancia militar ucraniana.
“De ninguna manera Rusia cesará sus acciones en las partes del frente donde están tácticamente ganando”, dijo Mashovets. “Allí, empujarán y apretarán hasta el último hombre, no importa qué pasa”. Pero la incursión en Kursk podría obligar al Kremlin a sacar reservas de “partes del frente que tienen una importancia secundaria”.
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El periodista de AP Volodymyr Yurchuk contribuyó con esta nota.