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jueves, abril 25, 2024
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Doctores de visita en hospital de Gaza, conmocionados por los efectos de la guerra en los niños

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Por WAFAA SHURAFA y KAREEM CHEHAYEB Associated Press
DEIR AL-BALAH, Gaza (AP) — Un equipo internacional de médicos de visita en un hospital del centro de Gaza estaba preparado para lo peor. Pero las terribles consecuencias de la guerra de Israel contra Hamás en los niños palestinos los dejó conmocionados.
Un niño pequeño falleció a causa de una lesión cerebral causada por un ataque israelí que le fracturó el cráneo. Su prima, más pequeña, seguía luchando por su vida luego de el mismo incidente le destrozó parte del rostro.
Otro niño de 10 años, con el que no tenían parentesco alguno, gritaba de dolor llamando a sus padres, sin saber que habían fallecido en el ataque. A su lado estaba su hermana, pero no la reconocía porque las quemaduras cubrían casi todo su cuerpo.
Tanya Haj-Hassan, médico de cuidados intensivos pediátricos de Jordania, describió estas desgarradoras situaciones a The Associated Press de luego de un servicio nocturno de 10 horas en el hospital Mártires de Al-Aqsa, en la ciudad de Deir al-Balah.
Haj-Hassan, que tiene una amplia experiencia en Gaza y habla habitualmente sobre los devastadores efectos de la guerra, formaba parte de un equipo que recientemente terminó un estancia de dos semanas allí.
Tras casi seis meses de guerra, el sector sanitario gazatí ha quedado diezmado. Apenas una docena de los 36 hospitales de la Franja funcionan solo parcialmente. El resto han cerrado o apenas pueden trabajar tras quedarse sin combustible o medicamentos, fueron rodeados y asaltados por las tropas israelíes o sufrieron daños a causa de los combates.
Esto hace que hospitales como el de los Mártires de Al-Aqsa tengan que atender a una abrumadora cantidad de pacientes con suministros y personal limitados. La mayoría de sus camas de cuidados intensivos están ocupadas por niños, incluyendo algunos bebés envueltos en vendas y con máscaras de oxígeno.
“Paso la mayoría de mi tiempo aquí reanimando a niños”, contó Haj-Hassan recientemente tras un turno. “¿Qué le dice esto sobre los demás hospitales de la Franja de Gaza?”.
En enero, otro equipo de médicos internacionales que trabajaron en el mismo hospital se alojaron en una casa de huéspedes próxima. Pero ante el reciente repunte de los ataques israelíes en las inmediaciones, Haj-Hassan y sus compañeros tuvieron que quedarse en el propio centro.
Esto les permitió comprobar de primera mano la presión que soporta el centro a medida que aumenta del número de pacientes, dijo Arvind Das, jefe del equipo del Comité Internacional de Rescate en Gaza. Su ONG y Medical Aid for Palestinians organizaron la visita de Haj-Hassan, entre otras.
Mustafa Abu Qassim, un enfermero jordano que formaba parte del equipo, dijo que le impresionó el hacinamiento.
“Cuando atendemos a los pacientes, no hay habitaciones”, dijo. “Están en los pasillos en una cama, en un colchón o en una manta en el piso”.
Antes de la guerra, el centro tenía una capacidad de alrededor de 160 camas, según la Organización Mundial de la Salud. Ahora, cuenta con alrededor de 800 pacientes, pero muchos de los 120 miembros de su plantel ya no pueden acudir a sus puestos.
Los trabajadores sanitarios enfrentan los mismos retos diarios que el resto de gazatíes: encontrar comida para sus familias y tratar de garantizar su seguridad. Muchos llevan a sus hijos con ellos al hospital para tenerlos cerca, apuntó Abu Qassim.
“Es simplemente miserable”, afirmó.
Miles de personas que tuvieron que abandonar sus casas debido a la guerra también se han refugiado en el complejo con la esperanza de estar más seguros. De acuerdo con el derecho internacional, los hospitales cuentan con una protección especial, aunque pueden perderla si los combatientes los utilizan con fines militares.
Israel ha afirmado que los hospitales sirven como centro de mando, almacén de armas y escondite para Hamás, pero ha presentado pocas pruebas al respecto. Hamás ha negado las acusaciones. El ejército israelí lleva una semana inmerso en una operación a gran escala en el hospital más grande del enclave, el de Shifa.
Las fuerzas israelíes no han allanado ni sitiado el de los Mártires de Al-Aqsa, pero sí han atacados sus inmediaciones, algunas veces muy cerca del recinto. En enero, muchos doctores, pacientes y palestinos desplazados huyeron del centro debido a una andanada de ataques.
La ofensiva israelí sobre Gaza se ha cobrado la vida de más de 32.000 palestinos y dejó casi 75.000 heridos, según el Ministerio de Salud de Gaza. El conteo del departamento no distingue entre víctimas combatientes y civiles, pero afirma que dos tercios de los muertos son mujeres y menores.
Casi la mitad de los 2,3 millones de habitantes del territorio tienen 17 años o menos, de acuerdo con las estimaciones de la agencia de Naciones Unidas para la infancia.
Israel responsabiliza a Hamás de las muertes y lesiones de la población no combatiente porque afirma que los insurgentes operan desde zonas civiles. Además, asegura que un tercio de los fallecidos son insurgentes de Hamás, aunque no presentó evidencias al respecto.
La guerra estuvo provocada por el asalto perpetrado el 7 de octubre por insurgentes de Hamás y de otros grupos sobre el sur de Israel, en el que murieron unas 1.200 personas y otras 250 fueron tomadas como rehenes. El gobierno israelí cree que 100 de los cautivos que siguen en Gaza estarían vivos.
En las primeras fases de la guerra, Israel limitó severamente la entrada de comida, combustible y medicamentos en la Franja. Aunque la llegada de ayuda ha aumentado — y las autoridades israelíes sostienen que ya no hay límites — la comunidad internacional ha pedido al país que amplíe el acceso.
Los grupos humanitarios afirman que las complicadas inspecciones en la frontera, los continuos combates y la ausencia de orden público han ralentizado la llegada de convoyes. Israel, por su parte, acusa a la ONU de desorganización.
El resultado ha sido catastrófico y el personal hospitalario trata de hacer frente a la escasez de piezas de repuesto para mantener los equipos médicos. En el de los Mártires de Al-Aqsa también faltan anestésicos, lo que significa que, a menudo, muchas operaciones y otros procedimientos se llevan a cabo sin analgésicos.
Para Haj-Hassan, solo hay una forma de poner fin a la crisis sanitaria en Gaza.
“Necesitan que pare la guerra”, dijo.
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Chehayeb informó desde Beirut, Líbano.

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