«Tenemos que mantenernos unidos y tenemos que seguir exigiendo que haya transparencia y que se publiquen los recuentos y los resultados de las votaciones», apuntó, recordando que fueron más de 12 millones de venezolanos los que acudieron a votar y debe haber «transparencia» sobre esos votos.
Migración venezolana
Desde la proclamación de los resultados, han sucedido protestas en Venezuela, con un aumento de la violencia y la inestabilidad, algo que podría elevar aún más el número de venezolanos que se ven obligados a abandonar el país, que ascienden ya a «casi 8 millones de personas», recuerda Ricardson, lo que supone «una crisis humanitaria muy grave».
La primera mujer en liderar el Comando Sur remarca que el migrante, en general, preferiría quedarse en su país si existieran las condiciones, por lo que la estrategia para reducir la migración irregular debe centrarse en que «la gente se sienta segura y no quiera irse«, con una región además muy próspera, pero la población no se beneficia de esos recursos.
La general destaca también el impacto que tuvo la pandemia de la covid-19 en el aumento de la pobreza en estos países, que están «todavía tratando de salir del agujero», y ante esta situación «las organizaciones criminales transnacionales se han aprovechado», diversificando su área de acción, «no se trata solo del tráfico de drogas, sino también del tráfico de personas, la minería ilegal, la tala ilegal, la pesca ilegal, los productos falsificados».
En la lucha contra esas organizaciones criminales, explica, la «parte difícil» es «rastrear el dinero», detectar cómo «se blanquea ese dinero, cómo se limpia y se devuelve al sistema», y en eso cuenta con la colaboración de sus socios regionales como la propia Panamá, a los que apoyan «fortaleciendo sus capacidades», con la formación de sus fuerzas de seguridad, además del aporte de equipamiento o el respaldo para mantenerlo.
EEUU apoya a Panamá con migración
Precisamente en Panamá ese apoyo a fuerzas como el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) sirve para mejorar el control de la peligrosa selva del Darién, la frontera natural con Colombia por la que pasan a diario cientos de migrantes en su camino hacia Estados Unidos, más de 520.000 solo en 2023, en su mayoría venezolanos, una cifra inédita, según datos oficiales de las autoridades panameñas.
Además desde que el pasado 1 de julio comenzó la nueva Administración del presidente Mulino, se han tomado varias medidas para tratar de reducir ese flujo por el Darién, cruzado en lo que va de año por más de 216.000 migrantes, como cercar de manera progresiva con «barreras perimetrales» (vallas de alambre con púas) unos 4,7 kilómetros de la selva, que tiene 266 kilómetros de longitud, para crear un «corredor humanitario».
Panamá también suscribió con el Ejecutivo estadounidense, el mismo día de la investidura, un acuerdo para devolver a través de vuelos a algunos de los migrantes que atraviesan el Darién.
La general Richardson explicó que todavía están trabajando en diferentes aspectos para el inicio de esos vuelos, pero quiso destacar la postura firme de Mulino ante esta problemática.
«Creo que fue el liderazgo que el nuevo presidente y su administración mostraron el día de la investidura, al firmar ese memorando, (…) que envía un mensaje muy claro de que va a ayudar a solucionar este problema. Y por eso estoy realmente entusiasmada», aseguró.
Otra crisis regional: Haití
Entre los grupos de migrantes que tratan de entrar de manera irregular a Estados Unidos, otro de los mayoritarios es el de haitianos, que huyen de un país donde solo en el primer semestre del año casi 3.900 personas resultaron muertas o heridas por la violencia de las bandas armadas, según datos de la ONU.
Para tratar de reducir esa violencia, el pasado 25 de junio comenzó el despliegue en Puerto Príncipe de un primer contingente de policías kenianos como parte de una misión internacional para apoyar a la Policía Nacional de Haití a combatir a las bandas armadas, que han provocado además miles de desplazados.
La general Richardson cree que con el despliegue de esa fuerza multinacional en apoyo a la policía nacional, que hasta ahora se había mantenido «firme» y «aguantado» los ataques de las bandas, «Haití tiene otra oportunidad» para salir de esa situación crítica que atraviesa.
Sin embargo, cerró la posibilidad de que se unan tropas estadounidenses a esa misión multinacional.
«Estoy apoyando desde el Comando Sur de Estados Unidos con logística y apoyo (…) Es una misión policial, no es una misión militar (…) No verás uniformes, uniformes militares estadounidenses sobre el terreno allí en Haití. Pero estoy emocionada, tienen otra oportunidad», remarcó, segura de que «después de que recuperen el control de manos de las bandas, viene el desarrollo para ayudar a la gente» del país.
Pero, la general Richardson, quizá, ya no verá al frente del Comando Sur la resolución de la crisis haitiana, al estar previsto que se retire el próximo mes de octubre, si se confirma su reemplazo.