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Las elecciones de Venezuela en la geopolítica mundial
Por Leopoldo Puchi
El próximo 28 de julio, Venezuela se encontrará en el epicentro de un huracán geopolítico con la celebración de sus elecciones presidenciales. Más allá de definir el rumbo político interno del país, este evento tiene profundas implicaciones internacionales. Estados Unidos, guiado por sus intereses estratégicos y económicos, ha buscado durante años reposicionar a Venezuela dentro de su esfera de influencia. Esta ambición responde a la clara percepción de que Venezuela juega un papel muy importante en el tablero global.
PETRÓLEO
¿Por qué es tan importante Venezuela en el escenario geopolítico actual? Primero, por el petróleo. Venezuela posee las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo. Este recurso no solo interesa por su volumen, sino también por su valor estratégico en tiempos de conflicto, como la guerra en Ucrania, que ha eliminado el petróleo ruso del mercado occidental. Pero la riqueza de Venezuela no limita a eso: el país también es rico en gas natural, así como en oro, hierro y otros minerales importantes para diversas industrias.
La ubicación geográfica de Venezuela le confiere una posición estratégica vital para el comercio y la seguridad regional. Situada en el Caribe y cerca del Canal de Panamá, con una frontera marítima con Estados Unidos y su rol como punto de conexión entre Norteamérica y Suramérica, Venezuela se convierte en un lugar de tránsito esencial para bienes, personas y, potencialmente, movimientos militares.
En el ámbito de la política exterior, Venezuela ha adoptado una posición favorable a la multipolaridad y ha establecido alianzas con países como Rusia, China, Irán y Turquía, que le han proporcionado apoyo político, económico y militar. Estas relaciones refuerzan su posición en el escenario global.
HOSTILIDADES
El conflicto entre Venezuela y Estados Unidos no es nuevo. En 2015, Barack Obama emitió una orden ejecutiva que calificaba a Venezuela como una amenaza para la seguridad estadounidense. Esta designación, ratificada por Donald Trump y Joe Biden, ha intensificado las tensiones entre ambas naciones y ha dado lugar a una serie de acciones hostiles. Sanciones económicas, financieras y comerciales, la toma de activos, el bloqueo de la producción y venta de petróleo y las amenazas de intervención militar son solo algunas de las herramientas utilizadas por Estados Unidos. Además, la intervención directa en la política interna y la interferencia en los procesos electorales han profundizado el conflicto.
Las actividades de inteligencia y las actividades encubiertas dirigidas a promover un “cambio de régimen” en Venezuela se han sido constantes, lo que subraya la importancia geopolítica del país.
EFECTOS
La ejecución del conjunto de acciones hostiles hacia Venezuela ha tendido efectos específicos muy graves para la economía del país, los derechos humanos y las condiciones de vida de la población. Esta situación, lejos de ser una abstracción política, ha sido medida y cuantificada por diversos estudios de centros especializados. Las sanciones han agravado los problemas económicos existentes y restringido el acceso a alimentos, medicinas y otros recursos esenciales. El bloqueo bancario ha obstaculizado la capacidad del Gobierno para importar medicinas y equipos médicos Varias organizaciones internacionales de derechos humanos han documentado estos impactos.
Al empeorar las condiciones de vida generales de los venezolanos, se ha estimulado el fenómeno de migración masiva. Familias enteras se han visto obligadas a abandonar sus hogares, lo que ha generado problemas migratorios en varios países.
Las ELECCIONES de Venezuela en la geopolítica mundial
Las acciones hostiles no han logrado forzar un “cambio de régimen” inmediato, como se intentó en 2019. Este fracaso de la política de la era Trump, que contó con apoyo bipartidista, ha llevado a la administración Biden a cambiar de enfoque.
Ante la necesidad de coexistir con un país petrolero tan importante como Venezuela, Biden ha diseñado una estrategia electoral que podría, finalmente, conducir al ansiado “cambio de régimen” y a la reinserción de Venezuela en la órbita estadounidense. Si, por el contrario, Nicolás Maduro resulta vencedor, la estrategia podría derivar en un acuerdo de convivencia.
La coyuntura venezolana ilustra cómo la política es moldeada por intereses y circunstancias cambiantes. Las realidades obligan a buscar soluciones prácticas. Confiemos en que el pragmatismo prevalecerá este 28 de julio.