(Rubén Limas Telles)
Así andamos en la oposición venezolana, en búsqueda de ese fenómeno evolutivo, transicional, que nos conduzca a encontrar un líder o lideresa que conduzca casi como por arte de magia, alcanzar la meta de salir de este gobierno. Y dejar atrás estas erráticas líneas estratégicas opositoras, que según muchos “analistas” ha conducido solamente a una cosa: mantener al presidente Nicolás Maduro en el Poder”.
Parece increíble, casi de un cuento de ficción, que este gobierno que dice llamarse “socialista”, destructor del país, y de todo lo que construyó la democracia, se mantenga en el poder, cuando perdió la calle y a sus seguidores. Hoy 8 de cada 10 venezolanos quieren salir de este modelo político.
Aunque ya sabemos que este término de “eslabón perdido” es incorrecto, porque ya se sabe que la evolución de la especie no es lineal, sino multidireccional, es un término que se sigue usando por los medios de comunicación “a casi cualquier nueva forma transicional que se descubre”.
Este término de mi artículo se refiere a “fósiles transicionales” de los cuales se desconocía su existencia o no aparecía en el registro fósil en el entendido que la evolución era lineal”. Si intentáramos acuñar este término en la lucha opositora de 23 años – la cual nos parecen siglos – encontraríamos en nuestra imaginación en la lucha de algunos hoy, restos de aquellos “fósiles” que desvirtuaron nuestra lucha opositora “evolutiva” hacia lograr el cambio deseado, por intereses mezquinos, egocéntricos, particulares que nos han conducido de fracaso en fracaso.
Charles Darwin, Tomas Huxley, Eugene Dubois, entre otros científicos de hace dos siglos, no tendrían ninguna dificultad para encontrar el eslabón perdido de la oposición, porque a diferencias de aquellos descubrimientos fósiles que establecían la necesaria evolución lineal de la raza humana, aquí en el caso que nos atiende ahora, hay muchísimas similitudes originarias.
Siempre he pensado como político – una de mis pasiones, y ustedes amigos lectores saben no es la única, ni vivo, ni quiero vivir de ella – que la política debe ser para hacer historia y no para hacer fortuna. Lo único que debemos llevar a cuestas a quienes realizamos el noble oficio de la política, en estos tiempos tan convulsivos, es la huella imborrable de haber transformado a la sociedad, y haber dado todo nuestro aporte para lograr la mayor suma de felicidad posible.
Diríamos en este enrevesado punto de nuestro artículo de opinión, que no encontramos el eslabón perdido entre la generación del 28 y lo que se generó después que ha llegado hasta ahora. Pero hay similitudes fósiles cas entre una diligencia intermedia que surgió mucho después de aquella del 28, y quienes hoy aspiran dirigir los destinos del país.
La soberbia, la falta de humildad, el discurso ambiguo, las apetencias personales y económicas, hacen encontrar similitudes con los fósiles que aparecieron protagonistas a finales de los años 90, hasta el presente. Transicionales aquellos inicios, hoy algunos nos recuerdan esos momentos. Otro camino es absolutamente incierto y peligroso a la paz de la república.
Ahora bien, no todo está perdido, la evolución de la lucha opositora debe dar origen a un resultado distinto, entendiendo que la teoría errada del eslabón perdido no es producto lineal sino multilateral, “como las ramas de un árbol” y que algún fruto de esa “transición” no estará contaminado de los mismos orígenes. Se requiere de un liderazgo comprometido, honesto, leal al pueblo de Venezuela, capaz de entender que no hay otro camino que el de la concertación nacional.
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