En el corazón de la amenaza del lunes del presidente electo Donald Trump de imponer a China nuevos aranceles se encuentra un tema de amarga recurrencia: el flujo hacia Estados Unidos del fentanilo, un potente opioide creado con productos químicos fabricados en China.
Pero la cooperación entre países en materia de fentanilo —hasta cierto punto, al menos— ya se ha estado produciendo, lo que lo convierte en uno de los pocos asuntos en los que las dos superpotencias rivales han podido avanzar.
En septiembre, las autoridades chinas ampliaron la lista de los llamados precursores químicos utilizados en la fabricación de la droga, imponiendo una mayor vigilancia. La medida fue el resultado de la reanudación de las conversaciones bilaterales sobre estupefacientes que se iniciaron después de que el presidente Joe Biden y el máximo dirigente chino, Xi Jinping, se reunieron en Woodside, California, hace un año.
Se trata de un raro ejemplo de cooperación por parte de China, que por lo demás ha puesto trabas a Estados Unidos en cuestiones como el control de armas nucleares, el apoyo a Rusia y los derechos humanos. China es la principal fuente de sustancias químicas utilizadas para fabricar fentanilo, un opioide sintético que mata a decenas de miles de estadounidenses al año. Gran parte del flujo que ingresa a Estados Unidos procede de los cárteles de la droga de México, quienes mezclan los precursores y pasan de contrabando el producto acabado a través de la frontera.
A pesar del reciente impulso, los expertos han advertido de que aún queda mucho por hacer. Los productores chinos de ingredientes de fentanilo, que también se utilizan para producir fármacos legales, pueden eludir las leyes desarrollando nuevos precursores químicos no controlados. Expertos del Consejo de Relaciones Exteriores afirman que las fuerzas de seguridad chinas y estadounidenses deben colaborar más estrechamente, y que China debe proporcionar a Estados Unidos más apoyo en la lucha contra el lavado de dinero para bloquear el flujo de dinero ilícito que financia el comercio.
A algunos analistas les preocupa que los aranceles puedan perjudicar este esfuerzo más que ayudarlo.
“La imposición de aranceles no va a hacer nada en relación con el flujo de fentanilo”, dijo Vanda Felbab-Brown, miembro de la Brookings Institution y experta en política mundial de drogas. “De hecho, podría socavar la cooperación antinarcóticos que EE. UU. y China han estado teniendo en 2024 y que llegó después de no haber cooperado durante más de dos años”.
Los funcionarios chinos se han inclinado por utilizar la cuestión del fentanilo como palanca para negociar con Estados Unidos, cooperando solo cuando reciben algo a cambio.
Para reanudar las conversaciones sobre narcóticos después de que Biden y Xi se reunieron en California, Washington accedió a la exigencia de Pekín de que se retiraran las sanciones estadounidenses a un instituto forense dirigido por el Ministerio de Seguridad Pública chino. El instituto fue incluido en una lista de bloqueo comercial en 2020 por estar vinculado a abusos contra minorías étnicas en China, en particular los uigures. El gobierno de Biden dijo que la medida estaba justificada porque China había cerrado algunas empresas que exportaban precursores de fentanilo y había cerrado sus cuentas bancarias.
“Si Estados Unidos quiere obtener una mayor cooperación de China en la cuestión interna del fentanilo, debería buscar el apoyo de China de forma constructiva en lugar de utilizar medidas unilaterales y punitivas para obligar a China a hacer concesiones”, dijo Song Guoyou, experto en estudios estadounidenses de la Universidad Fudan de Shanghái.
No es la primera vez que China acepta ayudar a tomar medidas enérgicas contra el fentanilo. En 2019, Pekín introdujo una prohibición de la droga, lo que llevó al gobierno de Trump a agradecer a Xi por lo que llamó “un maravilloso gesto humanitario”. Agentes de la ley chinos y estadounidenses también comenzaron a coordinar esfuerzos para atrapar a los traficantes. Pero las tensiones en materia de tecnología y comercio, y el derribo de un globo de vigilancia chino sobre Estados Unidos, pronto pusieron fin a la cooperación.
China ha eludido durante mucho tiempo tomar responsabilidad por la crisis del fentanilo en Estados Unidos, afirmando que la culpa es de las políticas del gobierno estadounidense. También se presenta a sí misma como víctima de las drogas, aludiendo al explotador comercio británico de opio durante el siglo XIX.