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QUITO (AP) — Un notable aumento de partículas contaminantes en al aire por los cientos de generadores que están encendidos, especialmente en zonas comerciales y afectación a la salud mental, son parte de las consecuencias no previstas por los extendidos apagones, que desde el fin de semana volverán a incrementarse en Ecuador, según informaron las autoridades el viernes.
Un estudio publicado en la revista científica suiza Atmosphere, por Rasa Zalakeviciute, profesora e investigadora de la Universidad de las Américas de Quito, revela el “impacto significativo” en la salud producido por el uso masivo de generadores diésel durante la crisis eléctrica de 2023-2024 en Quito y en todo el Ecuador.
El documento, precisa que durante la crisis, los niveles de dióxido de azufre aumentaron un 180%, mientras que el monóxido de carbono se incrementó en un 43%, ambos son contaminantes que están directamente relacionados con la quema de combustibles fósiles. También se observó un aumento del 20% en las concentraciones de partículas finas, “contaminación especialmente peligrosa para la salud respiratoria”.
En el último período, los ecuatorianos han sido afectados por cerca de dos meses de racionamientos eléctricos continuos, hasta por 14 horas diarias, aunque ha habido cortes intermitentes desde 2023: en octubre y diciembre, y en este año, en abril.
Las autoridades dicen que los racionamientos eléctricos se deben a una aguda sequía que ha impedido la generación de las principales hidroeléctricas del país y del mayor complejo, denominado Paute, al sur ecuatoriano, que abastece del 38% de la demanda nacional.
La ministra de Energía, Inés Manzano, confirmó el viernes que desde el domingo los apagones pasarán de seis a ocho horas diarias; en semanas pasadas los cortes de energía alcanzaron las 14 horas diarias.
Los apagones desataron una oleada de compra y puesta en marcha de pequeños generadores de electricidad, que usan gasóleo, especialmente en sectores comerciales —aunque también se los ve en zonas residenciales—, para poder cubrir sus necesidades de energía eléctrica durante los apagones.
En algunos puntos, el trabajo simultáneo de estos aparatos causa un ruido ensordecedor y un penetrante olor a combustión.
“Mucha gente ha comprado (los generadores) de forma reactiva y los coloca fuera de su casa, de su negocio, y esto incrementa el riesgo de que los gases producto de la combustión entre en contacto directo con las personas”, dijo a The Associated Press, el investigador de salud pública de la UDLA, Esteban Ortiz.
Los efectos, en algunos casos, pueden ser inmediatos pero en otros, tardaría años en evidenciarse. “El tema de la contaminación ambiental es hasta cierto punto silencioso”, agregó Ortíz.
Francisco Viteri, ex secretario de Salud del municipio de Quito y médico salubrista, en declaraciones a la AP, manifestó que lo señalado por el estudio de Zalakeviciute pone “en evidencia lo que está pasando hace semanas” y muestra datos de la nueva realidad de los ecuatorianos, “especialmente zonas comerciales de ciudades grandes”.
El aumento de la contaminación causa “la irritación de los ojos y de vías respiratorias, pero una exposición más prolongada desencadena una intoxicación aguda” y a largo plazo, podría desencadenar la formación de coágulos, problemas cardíacos y hasta cáncer.
“El ruido intenso de los motores, especialmente en sectores comerciales, produce malestar dolor de cabeza, ansiedad, estrés y problemas sicológicos”, destacó, al tiempo de hacer una llamado a la población a usar mascarillas y a no exponerse por tiempo excesivo a esos contaminantes físicos y sonoros. También pidió que las autoridades “regular el uso masivo de generadores”.
“Me he sentido frustrado porque debo hacer deberes y tengo que hacer proyectos personales y me siento forzado a quedarme en otros lugares (para usar internet)”, comentó Andrés Fernández, estudiante de música de la universidad San Francisco de Quito, mientras que Damián Ordóñez, recién graduado de enfermero, destacó que “no solo se trata de que estamos a oscuras, es que todo parece que se ha detenido, las salidas con los amigos, los planes, todo, y eso es triste”.
Pablo Analuisa, jefe de la unidad de atención de salud mental del Municipio de Quito, señaló a la AP que en esa unidad “en agosto se registró 171 llamadas (requiriendo atención) y en septiembre 199” porque los racionamientos “han influido en la salud mental en diferentes grupos poblaciones y de diferente manera”. Los jóvenes han limitado “el relacionamiento a redes sociales y a plataformas, en espacios virtuales”, precisó.
Ello ha desencadenado “factores de tensión, estresantes, porque las personas tiene que cambiar su rutina diaria” explicó, y añadió que “incluso las personas tienen percepción de inseguridad, en la noche se le asocia con inseguridad, pérdida de control”.
Esto se suma a la advertencia que hizo esta semana la directora ejecutiva de la Asociación de Clínicas y Hospitales Privados de Ecuador, Ana Delgado Cedeño, sobre el “espacio de riesgo” por el que los hospitales no pueden “responder” ante los prolongados cortes de energía.
Los apagones han generado “una situación muy complicada”, dijo y explicó que aunque cuentan con generadores propios estos “no son equipos diseñados para hacer un trabajo constante, sino para situaciones puntuales”. Por ello, “están al límite”, advirtió.
Los efectos de los apagones sobre la salud física y mental en Ecuador
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