Por LEOPOLDO PUCHI
En el actual panorama geopolítico global, ha surgido una oportunidad propicia para que la situación interna en Venezuela experimente un desarrollo positivo. Como se sabe, las tensiones entre intereses sociales y entre las distintas fracciones de la clase política venezolana han sido moldeadas en gran medida por la confrontación entre el Estado venezolano y el estadounidense, que ha buscado la reinserción del país a su esfera geopolítica a toda costa.
Sin embargo, las guerras en Europa y el Medio Oriente, junto con la transición del orden unipolar hacia una multipolaridad y la creciente fuerza económica de China, que se intenta frenar de manera forzada, constituyen elementos que ofrecen un respiro a Venezuela. En este contexto, Washington ha optado por reducir temporalmente las tensiones con Venezuela y ha orientado su política hacia la búsqueda de una suerte de armisticio, que implica el alivio de las sanciones y acuerdos de coexistencia.
PETRÓLEO
Este “armisticio” es de interés para Washington debido a la complejidad del escenario internacional. La guerra en Ucrania y la agudización de la rivalidad entre Estados Unidos y China han intensificado las tensiones tanto en el ámbito militar como económico. Al mismo tiempo, otros actores como India, Turquía y Arabia Saudita buscan establecer relaciones flexibles, mientras que ppaíses afines al campo occidental exploran la posibilidad de unirse a los Brics.
La guerra en la franja de Gaza ha creado un nuevo foco de conflicto que amenaza con extenderse por toda la región. La inestabilidad energética es una de las caras más visibles de esta realidad, lo que redefine alianzas, acuerdos y treguas, y eleva la importancia estratégica de los recursos petroleros de Venezuela.
MIGRACIÓN
A estas circunstancias se suman las repercusiones del fracaso del intento, durante el gobierno de Donald Trump, de derrocar al gobierno venezolano y la derrota de las fuerzas internas alineadas con los intereses de Estados Unidos.
Asimismo, hay que tomar en consideración que esa política de intervención directa ha sido evaluada por sectores estadounidenses como responsable del aumento de la inmigración venezolana. Más allá de las discusiones locales sobre las causas de la migración, en la campaña electoral de Estados Unidos hay quienes culpan a Trump, tal como lo expresó el gobernador demócrata de Illinois, JB Pritzker, al afirmar que el aumento de inmigrantes venezolanos se debe “al caos creado por Trump en Venezuela”.
EVOLUCIÓN
La tregua política entre Estados Unidos y Venezuela, generada por la coyuntura internacional, ha hecho que Washington intente encaminar el desarrollo de las elecciones presidenciales venezolanas hacia acuerdos negociados. Estos acuerdos tienen como objetivo asegurar los suministros de petróleo, mejorar la situación económica y estabilizar la vida política e institucional.
Estos objetivos se concretarían en las elecciones presidenciales, ya sea mediante la continuidad del sector gubernamental en el poder o a través de la alternancia con unas fuerzas políticas de oposición que sean compatibles con el proyecto de “armisticio político” de ambas naciones. Este enfoque no contempla un desarrollo electoral que resulte en una ruptura completa del sistema.
La gran interrogante es si este enfoque político evolutivo logrará reunir una masa crítica de factores capaces de imponer su viabilidad.
CONSENSOS
En este escenario, las negociaciones y el consenso podrían ser el camino hacia una nueva etapa en la vida política venezolana. Las barreras no residen tanto en las discrepancias sobre el modelo a desarrollar, sino en la tensión heredada de años de conflicto.
Con el paso del tiempo, los diversos factores han comprendido que no se pueden implementar a corto plazo modelos que cumplan con las expectativas de un “programa máximo”. La forma “neoliberal” del capitalismo no resulta viable, y el Estado se encuentra limitado para asumir la actividad productiva y financiera. Por otra parte, hay un consenso generalizado en torno a la prioridad del interés popular al definir las políticas públicas, reflejado en la ampliamente aceptada noción de Estado de bienestar.
Aunque no existe un consenso absoluto y los intereses sociales y políticos continúan siendo contradictorios, la disminución de la presión geopolítica abre la posibilidad de acuerdos entre las fuerzas internas. Este momento es propicio para aprovechar el espacio que se ha abierto para acuerdos de convivencia y cohabitación.
