Bayona quiso reivindicar las buenas cifras de una película española y en español, la producción más grande de la historia de nuestro país, que ya ha atraído a más de 45.000 espectadores a salas. El director tuvo unas palabras para con la salud del cine de masas: “El público es nuestra gran asignatura pendiente”, alegando que falta “un público fuerte, una industria fuerte para que podamos desplegar todo el talento que tenemos”.
Fue una noche de pocas sorpresas, a pesar del aturdimiento ante una homogeneidad tal en el reparto de los galardones, que a ojos de quien les escribe lleva a plantear la necesidad de otro sistema de votos, por comité o por especialidad.
Nada fuera de lo esperable, ya que las previsiones situaban la batalla entre las dos grandes triunfadoras de la temporada: la de Estibaliz Urresola como epítome del cine independiente que brilla en festivales (a pesar del casi-vacío de la ganadora de la Concha de Oro). , O corno, que sólo celebró a Janet Novás como actriz revelación).
“El David” contra “el Goliat”, lo calificaban los medios: el buen año del cine indie español contra la buena racha del cine-gigante. La sociedad de la nieve lleva un presupuesto estimado de 60 millones y Netflix detrás.
Quizás el momento más caluroso de la velada lo haya dado Sigourney Weaver, Goya Internacional. La afamada teniente Ripley, que rodó hasta seis veces en España (entre otras, con Ridley Scott, Roman Polanski, Rodrigo Cortés y el mismo JA Bayona), recibió el galardón de manos del director de aquella Un monstruo viene a verme.
“He conocido ¡e interpretado! a algunos monstruos”, explicó sobre su trayectoria por la industria, “siempre en busca de historias sobre y para mujeres que nos recuerden lo poderosas que somos, de maneras muy sorprendentes”.
Absolutamente pletórica, aprovechó para dedicar el premio a la actriz de doblaje que lleva más de una treintena de películas dando voz, desde Alien: María Luisa Solá. Era un momento de auténtica conexión emocional dentro de una gala marcada por las denuncias en formato “lista de la compra”.
Todo el mundo contento, en una ceremonia profundamente dividida por las contradicciones. Porque sí se aupó la diversidad ya la representación trans, pero siempre con la cámara pinchando solamente a La Dani (intérprete no binarie nominade por Te estoy amando locamente) como respuesta desde la platea.
Y sí, los Javis y Ana Belén presentaron una gala repleta de bromas “maricas”, incluso hemos aplaudido las referencias a “Valladolinch” (en referencia a la maravillosa influencer Carmen Merina/Rayo McQueer, ídolo queer) y al Valladolid de Miguel Delibes. y Los santos inocentes… Mientras los líderes de Vox seguían sentados en la platea.
La ultraderecha y sus alegaciones ofensivas contra el cine español recibieron abucheos y comentarios más o menos directos, pero entonces: ¿para qué invitarles en primer lugar? ¿Puede convivir el cambio real, la diversidad y el espacio seguro, con una organización que obliga a la convivencia con el odio?